Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

Te presto mi Stradivarius
13.
Fui a comer a lo de Norma. Me había parecido una buena idea
porque los jueves Fernando se llevaba a los chicos para almorzar y yo
me sentía perdida. No me gustaba comer sola en la casa silenciosa;
los extrañaba mucho.
Fue una buena idea… hasta que fui. Cuando vi a Norma, a Rodolfo
y a los hijos sentados a la mesa, se me hizo un nudo en la garganta.
Quise irme en ese mismo momento pero no lo hice, a pesar de lo
que me dolía ver una familia reunida.
Rodolfo protestó todo el tiempo, la comida no estaba demasiado
buena, los chicos se peleaban, apenas si con tanto lío habíamos podido
cambiar algunas palabras. No se parecía en nada a un paraíso,
ni mucho menos. Sin embargo, yo tuve ganas de cambiar toda mi libertad,
mis dos empleos, mi carrera y todo lo que tenía, por volver a
ver entera a mi familia.
En esa mesa era yo la que desentonaba, por impar. Me pregunté
qué estaba haciendo ahí y no supe qué contestar.
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