Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

Te presto mi Stradivarius
70.
Como en Réplica aquí también dejan todo para último momento,
para el momento del “incendio”, como lo llaman. Justo yo había
pedido ver a Salas en pleno apogeo de una campaña. Quizás por eso
no me había recibido, cuando decían que nunca se negaba cuando
alguien quería verlo.
Eran las doce del viernes, tenían el story board del comercial del auto
que tenía que pasar divertidamente en apenas unos segundos frente a
la cámara por lo menos dos veces o tres pero no los convencía.
Además, el folleto no estaba terminado, era muy difícil explicar
tipo jardín de infantes y sin espantar al cliente una complicada
financiación, teniendo en cuenta que a Castelli le había costado
un montón entenderla cuando un experto se llegó a la agencia
expresamente para explicársela. Creo que el problema en realidad
no era cómo decirlo sino más bien lo que no había de ningún
modo que decir.
A todos se los llevaban los vientos, nada de almuerzo, la perspectiva
de trabajar el sábado y quizás el domingo para llegar a tiempo los
ponía de mal humor. Los papeles arrugados se acumulaban alrededor
de los canastos, había continuos llamados por los internos y unos y
otros salían disparados hacia la Dirección, llevando textos, bocetos o
solamente su desesperación y su cansancio.
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