Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff
Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff
Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Te</strong> <strong>presto</strong> <strong>mi</strong> <strong>Stradivarius</strong><br />
—Otra más que llora—dijo Alfonso buscando pen<strong>de</strong>ncia.<br />
—Callate estúpido qué te metés.<br />
—Basta, los dos. ¿Por qué llorás?—tuve que intervenir.<br />
—Las chicas me llenaron la cabeza y me ter<strong>mi</strong>né peleando con Pablo.<br />
—A ver, ¿vos querías pelearte?—otro problema en puerta, pensé.<br />
—No, no quería.<br />
—¿No te parece que tenés que hacer lo que vos querés, no lo que<br />
dicen tus a<strong>mi</strong>gas?<br />
Parecía sencillo <strong>de</strong>círselo a ella pero yo ¿sabía lo que quería? A<strong>de</strong>más,<br />
¿el nido tibio que trataba <strong>de</strong> crear para los chicos los protegerían<br />
<strong>de</strong> las cosas feas, como las que me estaban pasando?<br />
Marina se fue a su cuarto y no quiso cenar. Por una vez, <strong>de</strong>cidí que<br />
no la malcriaba si le llevaba la co<strong>mi</strong>da a la cama.<br />
Al fin logré, exhausta, que todos se fueran a dor<strong>mi</strong>r, tarea ardua y<br />
prolongada, y pu<strong>de</strong> pensar en la entrevista que le iba a pedir a Salas.<br />
Si no daba resultado, me volvería a ocupar <strong>de</strong> lo mío. Así surgió el<br />
último problema <strong>de</strong> ese día: ¿Cómo saber qué era lo mío? ¿La publicidad,<br />
la literatura, la psicología, o qué?<br />
Me costaba dor<strong>mi</strong>r; pensé qué me hubiera dicho Fernando si supiera<br />
lo que me pasaba y casi tuve ganas <strong>de</strong> llamarlo y contárselo,<br />
pero no lo hice. <strong>Te</strong>ndría que apren<strong>de</strong>r a vivir sin él, y al <strong>mi</strong>smo tiempo<br />
arreglármelas con el dolor <strong>de</strong> que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber vivido juntos<br />
tanto tiempo, yo tuviera que buscar consuelo en otra gente.<br />
Cuando Fernando se enteró (por los chicos, no por mí) <strong>de</strong> <strong>mi</strong> <strong>de</strong>spido,<br />
si es que se pue<strong>de</strong> llamar <strong>de</strong>spido el <strong>de</strong> alguien que nunca empezó<br />
a trabajar, me llamó preocupado. Pero no me dijo qué pena, o<br />
qué mal te sentirás, o ahora comprendo por qué el raspón <strong>de</strong>l auto,<br />
sino sencillamente:<br />
—¿No te advertí que el ambiente <strong>de</strong> la publicidad…?<br />
—Sí, sabelotodo, me lo dijiste, sabelotodo menos ¡ay! Sabelo<strong>de</strong>mí.<br />
Como me dijo Guido, a los hombres les lleva mucho tiempo enten<strong>de</strong>r<br />
a las mujeres y cuando por fin lo apren<strong>de</strong>n, a veces ya no es posible<br />
con la <strong>mi</strong>sma mujer. A<strong>de</strong>más… ¿esa mujer tan mujer, que Gui-<br />
175