Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

Te presto mi Stradivarius
6.
La conferencia del psiquiatra notable resultó ser un plomo. Yo ya
me lo había imaginado, pero había decidido ir igual, porque desde
que Fernando se había ido de casa, cada noche me resultaba más insoportable
que la anterior y necesitaba salir.
Antes de empezar a leer, había dicho que se trataba de algo que había
escrito tiempo atrás y que ya no estaba totalmente de acuerdo con
algunas de esas ideas. Lo que no había dicho, era que seguramente le
habrían pedido como un favor que hablara esa noche y que su cuota
de amistad no le había alcanzado más que para revolver viejos papeles
a último momento.
Su falta de convicción y su desgano terminaron por contagiarnos a
todos. Me distraje, empecé a mirar a mi alrededor y en eso descubrí a
Guido. El también me vio, y me sonrió con una linda sonrisa de travesura
compartida. Me hizo un gesto con las cejas, como diciéndome
qué pesado es este tipo, qué le vamos a hacer.
La conferencia seguía, cada vez más lenta y monótona. Yo tenía
sueño y ganas de irme, me distraía pensando en Fernando y en los
chicos, y de pronto escuché decir “Muchas gracias”: había terminado.
Tenía planeado irme antes de que empezara el debate, pero vi que
Guido se anotaba para participar y cambié de idea; por curiosidad me
quedé a escucharlo
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