BOY SCOUTS ALLENDE LOS MARES “MI TOUR ... - The Dump
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Wellington<br />
Se dice que podéis reconocer a un hombre de Wellington en cualquier parte del mundo,<br />
porque cuando se aproxima a la esquina de una calle alza su mano para agarrarse el<br />
sombrero. Esto a fuerza de la costumbre, porque en Wellington sopla casi siempre un<br />
fuerte viento.<br />
Bueno, no soplaba cuando estuve allí, y encontré en Wellington una ciudad<br />
encantadora, bonitas calles, edificios públicos y muelles en la llanura frente a una<br />
magnífica bahía, mientras que sobre las colinas empinadas que se elevaban justo detrás<br />
de ella habían chalets y cabañas de ciudadanos con bonitos jardines, sombreadas<br />
galerías y preciosas vistas.<br />
Aquí asistí de nuevo a una formación de scouts y cadetes (600 scouts y 2.000 cadetes),<br />
y obsequié a los scouts con la bandera de la amistad que les había enviado la Tropa<br />
Wellington de Londres.<br />
Un valiente corneta<br />
Cerca de Wellington, en un lugar llamado Hutt, tuvo lugar una valiente acción llevada a<br />
cabo por un muchacho durante la lucha contra los Maoríes de 1865.<br />
Una fuerza de tropas británicas estaba allí acampada, y debido a la naturaleza astuta y<br />
valiente del enemigo, los centinelas mantenían una vigilancia estricta extraordinaria<br />
durante la noche, no fuese a ser que intentaran irrumpir en el campamento cuando los<br />
hombres estaban durmiendo.<br />
Durante aquella noche en particular, el corneta Allen, del Regimiento nº58 (ahora el<br />
Regimiento Northampton), no podía descansar. Desconozco si tenía la habilidad scout<br />
de oler al enemigo y podía olfatearlo en la brisa, pero en todo caso estaba despierto<br />
durante la parte de la noche más peligrosa, que es justo antes del amanecer, cuando es<br />
más probable que el enemigo realice su ataque, y se convirtió en un vigilante adicional a<br />
los centinelas ordinarios.<br />
Justo cuando la luz empezaba a surgir entre la niebla de la noche, hubo un repentino<br />
correr a toda prisa entre las altas hierbas, y uno de los centinelas cercano al muchacho<br />
fue golpeado y derribado antes de que pudiese proferir un sonido.<br />
Esto abrió un camino para que los Maoríes penetraran silenciosamente en el<br />
campamento y mataran a los hombres durante el sueño, pero no habían contado con el<br />
muchacho. En un momento se echó la corneta a sus labios y la “alarma” resonó de<br />
repente por todo el campamento.<br />
Un guerrero se abalanzó contra él con un hacha la cual esquivó el muchacho mientras<br />
caía, y le hizo un profundo corte en su brazo. Pero continuó tocando la alerta para los<br />
hombres hasta que otro golpe le dejó sin sentido y moribundo sobre el suelo. Pero había<br />
cumplido con su deber. Había salvado al campamento, ya que los soldados que dormían<br />
sobre sus rifles saltaron como un resorte y acribillaron a sus enemigos con un fuego<br />
rápido, y los expulsaron entre grandes pérdidas.<br />
Extraños peces y aves de corral<br />
Los scouts de Wellington me obsequiaron con trozos de la cáscara de huevos de Moa<br />
que habían encontrado. El Moa era una especie de avestruz enorme de la prehistoria en<br />
Nueva Zelanda, y, a juzgar por el tamaño de sus huesos que a veces se encuentran,<br />
debía tener más de doce pies de alto cuando estaba erguido. Pero hace mucho tiempo<br />
que se extinguió.<br />
Scouts de vista aguda a menudo encuentran trozos de sus huevos.<br />
Otro curioso pájaro que ahora ha desaparecido era el Kiwi. Era un pájaro más pequeño,<br />
cubierto de una especie de plumas como cabello, con un largo pico pero sin alas, así que<br />
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