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306 EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES<br />

los hombres aprecien la gran salvación, se verá en su vida<br />

<strong>el</strong> sacrificio propio que se vio en la <strong>de</strong> Cristo. Se<br />

regocijarán en seguirle adon<strong>de</strong>quiera que los guíe.<br />

El llamamiento <strong>de</strong> Mateo al discipulado excitó gran<br />

indignación. Que un maestro r<strong>el</strong>igioso <strong>el</strong>igiese a un<br />

publicano como uno <strong>de</strong> sus acompañantes inmediatos, era<br />

una ofensa contra <strong>las</strong> costumbres r<strong>el</strong>igiosas, sociales y<br />

nacionales. Ap<strong>el</strong>ando a los prejuicios <strong>de</strong> la gente, los<br />

fariseos esperaban volver contra Jesús la corriente d<strong>el</strong><br />

sentimiento popular.<br />

Se creó un extenso interés entre los publicanos. Su<br />

corazón fue atraído hacia <strong>el</strong> divino Maestro. En <strong>el</strong> gozo <strong>de</strong><br />

su nuevo discipulado, Mateo anh<strong>el</strong>aba llevar a Jesús sus<br />

antiguos asociados. Por consiguiente, dio un banquete en<br />

su casa, y convocó a sus parientes y amigos. No sólo<br />

fueron incluidos los publicanos, sino también muchos otros<br />

<strong>de</strong> reputación dudosa, proscritos por sus vecinos más<br />

escrupulosos.<br />

El agasajo fue dado en honor <strong>de</strong> Jesús, y él no vaciló en<br />

aceptar la cortesía. Bien sabía que ésta ofen<strong>de</strong>ría al<br />

partido farisaico y le comprometería a los ojos d<strong>el</strong> pueblo.<br />

Pero ninguna cuestión <strong>de</strong> política podía influir en sus<br />

acciones. Para él [240] no tenían peso <strong>las</strong> distinciones<br />

externas. Lo que atraía su corazón era un alma sedienta<br />

d<strong>el</strong> agua <strong>de</strong> vida.<br />

Jesús se sentó como huésped honrado en la mesa <strong>de</strong><br />

los publicanos, <strong>de</strong>mostrando por su simpatía y amabilidad<br />

social que reconocía la dignidad <strong>de</strong> la humanidad; y los<br />

hombres anh<strong>el</strong>aban hacerse dignos <strong>de</strong> su confianza.<br />

Sobre sus corazones sedientos caían sus palabras con<br />

po<strong>de</strong>r ben<strong>de</strong>cido y vivificador, <strong>de</strong>spertando nuevos

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