09.05.2013 Views

el_deseado_de_todas_las_gentes1.pdf (3 MB) - Webnode

el_deseado_de_todas_las_gentes1.pdf (3 MB) - Webnode

el_deseado_de_todas_las_gentes1.pdf (3 MB) - Webnode

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

886 EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES<br />

Cada rasgo d<strong>el</strong> semblante <strong>de</strong> Barrabás le proclamaba<br />

como <strong>el</strong> empe<strong>de</strong>rnido rufián que era. El contraste hablaba<br />

a toda persona que lo contemplaba. Algunos <strong>de</strong> los<br />

espectadores lloraban. Al mirar a Jesús, sus corazones se<br />

llenaron <strong>de</strong> simpatía. Aun los sacerdotes y príncipes<br />

estaban convencidos <strong>de</strong> que era todo lo que aseveraba<br />

ser.<br />

Los soldados romanos que ro<strong>de</strong>aban a Cristo no eran<br />

todos endurecidos. Algunos miraban insistentemente su<br />

rostro en busca <strong>de</strong> una prueba <strong>de</strong> que era un personaje<br />

criminal o p<strong>el</strong>igroso. De vez en cuando, arrojaban una<br />

mirada <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio a Barrabás. No se necesitaba<br />

profunda percepción para discernir cabalmente lo que era.<br />

Luego volvían a mirar a Aqu<strong>el</strong> a quien se juzgaba.<br />

Miraban al divino doliente con sentimientos <strong>de</strong> profunda<br />

compasión. La callada sumisión <strong>de</strong> Cristo grabó en su<br />

mente esa escena, que nunca se iba a borrar <strong>de</strong> <strong>el</strong>la hasta<br />

que le reconocieran como Cristo, o rechazándole<br />

<strong>de</strong>cidieran su propio <strong>de</strong>stino. [685]<br />

La paciencia d<strong>el</strong> Salvador, que no exhalaba una queja,<br />

llenó a Pilato <strong>de</strong> asombro. No dudaba <strong>de</strong> que la vista <strong>de</strong><br />

este hombre, en contraste con Barrabás, habría <strong>de</strong> mover<br />

a simpatía a los judíos. Pero no comprendía <strong>el</strong> odio<br />

fanático que sentían los sacerdotes hacia Aqu<strong>el</strong> que, como<br />

luz d<strong>el</strong> mundo, había hecho manifiestas sus tinieb<strong>las</strong> y<br />

error. Habían incitado a la turba a una furia loca, y<br />

nuevamente los sacerdotes, los príncipes y <strong>el</strong> pueblo<br />

<strong>el</strong>evaron aqu<strong>el</strong> terrible clamor: "¡Crucifícale! ¡Crucifícale!"<br />

Por fin, perdiendo toda paciencia con su cru<strong>el</strong>dad<br />

irracional, Pilato exclamó <strong>de</strong>sesperado: "Tomadle vosotros,<br />

y crucificadle; porque yo no hallo en él crimen."<br />

El gobernador romano, aunque familiarizado con

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!