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LA LEY DEL NUEVO REINO 649<br />

y Juan, se disgustaron mucho. El puesto más alto en <strong>el</strong><br />

reino era precisamente lo que cada uno estaba buscando<br />

para sí mismo, y se enojaron porque los dos discípulos<br />

habían obtenido una aparente ventaja sobre <strong>el</strong>los.<br />

Otra vez pareció renovarse la contienda en cuanto a<br />

cuál sería <strong>el</strong> mayor, cuando Jesús, llamándolos a sí, dijo a<br />

los indignados discípulos: "Sabéis que los que se ven ser<br />

príncipes entre <strong>las</strong> gentes, se enseñorean <strong>de</strong> <strong>el</strong><strong>las</strong>, y los<br />

que entre <strong>el</strong><strong>las</strong> son gran<strong>de</strong>s, tienen sobre <strong>el</strong><strong>las</strong> potestad.<br />

Mas no será así entre vosotros."<br />

En los reinos d<strong>el</strong> mundo, la posición significaba<br />

engran<strong>de</strong>cimiento propio. Se obligaba al pueblo a existir<br />

para beneficio <strong>de</strong> <strong>las</strong> c<strong>las</strong>es gobernantes. La influencia, la<br />

riqueza y la educación eran otros tantos medios <strong>de</strong><br />

dominar al vulgo para que sirviera a los dirigentes. Las<br />

c<strong>las</strong>es superiores <strong>de</strong>bían pensar, <strong>de</strong>cidir, gozar y gobernar;<br />

<strong>las</strong> inferiores <strong>de</strong>bían obe<strong>de</strong>cer y servir. La r<strong>el</strong>igión, como<br />

<strong>todas</strong> <strong>las</strong> <strong>de</strong>más cosas, era asunto <strong>de</strong> autoridad. Se<br />

esperaba que <strong>el</strong> pueblo creyera y practicara lo que<br />

indicaran sus superiores. Se <strong>de</strong>sconocía totalmente <strong>el</strong><br />

<strong>de</strong>recho d<strong>el</strong> hombre como hombre, <strong>de</strong> pensar y obrar por<br />

sí mismo.<br />

Cristo estaba estableciendo un reino sobre principios<br />

diferentes. El llamaba a los hombres, no a asumir<br />

autoridad, sino a servir, a sobr<strong>el</strong>levar los fuertes <strong>las</strong><br />

flaquezas <strong>de</strong> los débiles. El po<strong>de</strong>r, la posición, <strong>el</strong> talento y<br />

la educación, colocaban a su poseedor bajo una obligación<br />

mayor <strong>de</strong> servir a sus semejantes. Aun al menor <strong>de</strong> los<br />

discípulos <strong>de</strong> Cristo se dice: "Porque <strong>todas</strong> <strong>las</strong> cosas son<br />

por vuestra causa." (2 Corintios 4: 15)<br />

"El hijo d<strong>el</strong> hombre no vino para ser servido, sino para<br />

servir, y para dar su vida en rescate por muchos." Entre los

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