09.05.2013 Views

el_deseado_de_todas_las_gentes1.pdf (3 MB) - Webnode

el_deseado_de_todas_las_gentes1.pdf (3 MB) - Webnode

el_deseado_de_todas_las_gentes1.pdf (3 MB) - Webnode

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

“CALLA, ENMUDECE” 387<br />

olvidado <strong>de</strong> que Jesús estaba a bordo. Ahora,<br />

reconociendo que eran vanas sus labores y viendo tan sólo<br />

la muerte d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> sí, se acordaron <strong>de</strong> Aqu<strong>el</strong> a cuya<br />

or<strong>de</strong>n habían emprendido la travesía d<strong>el</strong> mar. En Jesús se<br />

hallaba su única esperanza. En su <strong>de</strong>samparo y<br />

<strong>de</strong>sesperación clamaron: "¡Maestro, Maestro!" Pero <strong>las</strong><br />

<strong>de</strong>nsas tinieb<strong>las</strong> le ocultaban <strong>de</strong> su vista. Sus voces eran<br />

ahogadas por <strong>el</strong> rugido <strong>de</strong> la tempestad y no recibían<br />

respuesta. La duda y <strong>el</strong> temor los asaltaban. ¿Les habría<br />

abandonado Jesús? ¿Sería ahora impotente para ayudar a<br />

sus discípulos Aqu<strong>el</strong> que había vencido la enfermedad, los<br />

<strong>de</strong>monios y aun la muerte? ¿No se acordaba <strong>de</strong> <strong>el</strong>los en<br />

su angustia?<br />

Volvieron a llamar, pero no recibieron otra respuesta<br />

que <strong>el</strong> silbido d<strong>el</strong> rugiente huracán. Ya se estaba<br />

hundiendo <strong>el</strong> barco. Dentro <strong>de</strong> un momento, según<br />

parecía, iban a ser tragados por <strong>las</strong> hambrientas aguas.<br />

De repente, <strong>el</strong> fulgor <strong>de</strong> un rayo rasgó <strong>las</strong> tinieb<strong>las</strong> y<br />

vieron a Jesús acostado y dormido sin que le perturbase <strong>el</strong><br />

tumulto. Con asombro y <strong>de</strong>sesperación, exclamaron:<br />

"¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?" ¿Cómo<br />

podía él <strong>de</strong>scansar tan [302] apaciblemente mientras <strong>el</strong>los<br />

estaban en p<strong>el</strong>igro, luchando con la muerte?<br />

Sus clamores <strong>de</strong>spertaron a Jesús. Pero al iluminarle <strong>el</strong><br />

resplandor d<strong>el</strong> rayo, vieron la paz d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o reflejada en su<br />

rostro; leyeron en su mirada un amor abnegado y tierno, y<br />

sus corazones se volvieron a él para exclamar: "Señor,<br />

sálvanos, que perecemos."<br />

Nunca dio un alma expresión a este clamor sin que<br />

fuese oído. Mientras los discípulos asían sus remos para<br />

hacer un postrer esfuerzo, Jesús se levantó. De pie en

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!