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66 EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES<br />

tensión <strong>de</strong> los negocios mundanales, y, sin embargo,<br />

continuar <strong>de</strong>seando sinceramente la gloria <strong>de</strong> Dios. En<br />

esto Cristo fue un ayudador. Nunca estuvo tan embargado<br />

por los cuidados <strong>de</strong> este mundo que no tuviese tiempo o<br />

pensamientos para <strong>las</strong> cosas c<strong>el</strong>estiales. A menudo<br />

expresaba su alegría cantando salmos e himnos<br />

c<strong>el</strong>estiales. A menudo los moradores <strong>de</strong> Nazaret oían su<br />

voz que se <strong>el</strong>evaba en alabanza y agra<strong>de</strong>cimiento a Dios.<br />

Mantenía comunión con <strong>el</strong> Ci<strong>el</strong>o mediante <strong>el</strong> canto; y<br />

cuando sus compañeros se quejaban por <strong>el</strong> cansancio,<br />

eran alegrados por la dulce m<strong>el</strong>odía que brotaba <strong>de</strong> sus<br />

labios. Sus alabanzas parecían ahuyentar a los malos<br />

áng<strong>el</strong>es, y como incienso, llenaban <strong>el</strong> lugar <strong>de</strong> fragancia.<br />

La mente <strong>de</strong> los que le oían se alejaba d<strong>el</strong> <strong>de</strong>stierro que<br />

aquí sufrían para <strong>el</strong>evarse a la patria c<strong>el</strong>estial.<br />

Jesús era la fuente <strong>de</strong> la misericordia sanadora para <strong>el</strong><br />

mundo; y durante todos aqu<strong>el</strong>los años <strong>de</strong> reclusión en<br />

Nazaret, su vida se <strong>de</strong>rramó en raudales <strong>de</strong> simpatía y<br />

ternura. Los ancianos, los tristes y los apesadumbrados<br />

por <strong>el</strong> pecado, los niños que jugaban con gozo inocente,<br />

los pequeños seres <strong>de</strong> los verg<strong>el</strong>es, <strong>las</strong> pacientes bestias<br />

<strong>de</strong> carga, todos eran más f<strong>el</strong>ices a causa <strong>de</strong> su presencia.<br />

Aqu<strong>el</strong> cuya palabra sostenía los mundos podía agacharse<br />

a aliviar un pájaro herido. No había nada tan insignificante<br />

que no mereciese su atención o sus servicios.<br />

Así, mientras crecía en sabiduría y estatura, Jesús<br />

crecía en gracia para con Dios y los hombres. Se<br />

granjeaba la simpatía <strong>de</strong> todos tos corazones,<br />

mostrándose capaz <strong>de</strong> simpatizar con todos. La atmósfera<br />

<strong>de</strong> esperanza y <strong>de</strong> valor que le ro<strong>de</strong>aba [55] hacía <strong>de</strong> él<br />

una bendición en todo hogar. Y a menudo, en la sinagoga,<br />

los sábados, se le pedía que leyese la lección <strong>de</strong> los<br />

profetas, y <strong>el</strong> corazón <strong>de</strong> los oyentes se conmovía al ver

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