Comisión XI. Los pueblos originarios, afroamericanos, gitanos
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clave en donde los grupos indios negociaron con el Estado ciertas prerrogativas e<br />
intereses sociales como la autonomía indígena, los recursos económicos y, en cierta<br />
manera, su inclusión en la esfera política (Walker 2009: 186, 203-208). En esa misma<br />
tendencia, Chambers ha insistido en el papel activo de las clases populares en Arequipa<br />
pero no entendiéndola como un amor férreo por la patria sino más bien por la lucha de<br />
sus intereses particulares (Chambers 2003 [1999]: 46-53). Para Chambers en Arequipa<br />
“ni la riqueza de la elite ni la pobreza de las clases bajas eran tan extremas”, por ello,<br />
existió una cierta “cohesión social” o “identidad común” entre sus habitantes que habría<br />
permitido el surgimiento de un cultura política regional y el protagonismo político de<br />
las clases bajas en la configuración del poder en Arequipa (Chambers 2003 [1999]: 103,<br />
241-255).<br />
También desde la perspectiva norteamericana Mark Turner para la región de Ancash y<br />
David Garrett sobre el Cuzco han ofrecido ciertos indicios importantes para repensar la<br />
participación popular en la independencia. Garrett si bien se detuvo en el análisis de la<br />
nobleza indígena del Cusco pudo advertir como estos incas nobles participaron tanto en<br />
la rebelión de Túpac Amaru II, de los hermanos Angulo y en la etapa final de la guerra<br />
de independencia, como intermediarios políticos capaces de movilizar a los indígenas<br />
para defender la monarquía o, en otras ocasiones, la nueva república (Garrett 2009<br />
[2005]: 333-404).8 Algo parecido a lo señalado por Chambers para el caso de Arequipa<br />
y el torrente de luchas políticas en donde los jefes locales mantuvieron conexiones tanto<br />
con la elite como con los plebeyos de la ciudad (Chambers 2003 [1999]: 245). Incluso,<br />
lo indicado por Walker de que los caudillos en el Cuzco y el Sur Andino contaron “con<br />
la ayuda de una red amplia de ideólogos e intermediarios culturales” que influyeron<br />
sobre el Estado y la propia sociedad (Walker 1999: 283). Por su parte, Turner al estudiar<br />
a los indios del Callejón de Huaylas ha vuelto a este argumento al indicar que “los<br />
campesinos, a través de los alcaldes y los mediadores legales, hicieron frente a los<br />
marcos discursivos dominantes […] en formas localmente significativas” (Turner 2006<br />
[1997]: 249). Además, que aquellos republicanos de los <strong>pueblos</strong> andinos se<br />
consideraron como los ciudadanos de la nación desde una óptica distinta a las<br />
representaciones hechas por las elites criollas. Así, lo “peruano” adquirió un significado<br />
diferente en el imaginario indígena, más aún éstos interpretaron “el proyecto nacional<br />
republicano en formas que San Martín y la elite criolla peruana no se habrían<br />
imaginado” (Turner 2006 [1997]: 51-52, 249). Este argumento de representaciones y<br />
significados divergentes apreciado en la región de Ancash se asemeja a lo ya indicado<br />
por Peter Guardino para las guerrillas y montoneras de la sierra central. Turner entonces<br />
insiste en subrayar que los indios republicanos y sus jefes locales si bien no formaron un<br />
Estado independiente tampoco acataron sumisos los designios de los funcionarios<br />
provinciales. <strong>Los</strong> campesinos de Huaylas y sus autoridades “enfrentaban y usaban al<br />
Estado cada vez que era posible” (Turner 2006 [1997]: 54-56).<br />
8 Scarlett O‟Phelan Godoy (2009), a estudiado la inclusión de carácter restringido y<br />
condicional de indios nobles, indios del común, negros y castas de color en la guerra y<br />
la escena política del área andina durante las guerras de independencia insistiendo en<br />
que dicha inserción fue negociada con las elites criollas y los nuevos poderes del<br />
naciente Estado republicano.<br />
Desde la historiografía peruana pero formada en el ámbito académico de Norteamérica,<br />
Cecilia Méndez ha estudiado sistemáticamente el rol asumido por los campesinos de<br />
Ayacucho en las guerras de independencia y las primeras décadas de la república<br />
(Méndez 1991 y 2005). Para Méndez no se puede categorizar a los indios iquichanos<br />
como actores pasivos de la guerra de las punas ni se les puede negar “la capacidad de<br />
raciocinio y discernimiento frente al conflicto.” Lo realmente sugerente para la autora