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Comisión XI. Los pueblos originarios, afroamericanos, gitanos

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La realidad de los <strong>gitanos</strong> que rompen el círculo<br />

En todos los países Latinoamericanos, desde la llegada de la etnia registrada por<br />

primera vez durante el siglo XVI en la República Federativa de Brasil, hasta el presente,<br />

ha sufrido un éxodo mínimo, pero permanente e incontable a lo largo de los años,<br />

generalmente de hombres, y en menor medida de mujeres, que a edades muy tempranas,<br />

incluso durante la niñez, dejaban los campamentos para escaparle a la égida gitana y se<br />

“perdían” en el mundo sedentario en busca de una nueva vida que les diera las<br />

posibilidades que su condición de <strong>gitanos</strong>, no podía ofrecerles. <strong>Los</strong> que han logrado<br />

realizar ese sueño, han permanecido y permanecen todavía, en el más absoluto silencio,<br />

niegan su pasado a los amigos, en sus trabajos. Sólo con aquellas personas con las<br />

cuales van a formar una familia, confiesan su antigua condición que los avergüenza, al<br />

punto de mostrarse vejados por los recuerdos ignominiosos y latentes de aquella<br />

marginalidad, en donde las mujeres y los niños salían a mendigar y los hombres a<br />

ejercer su oficios de caldereros para sostener una vida miserable, lejos del aprecio, de la<br />

dignidad y del reconocimiento social que tanto los laceraba. Un porcentaje desconocido<br />

de autoexiliados, vive y muere en el mundo moderno, definitivamente enemistado con<br />

su pasado.<br />

Pero en otros casos, de los cuales daremos cuenta, podemos asegurar que ese<br />

dolor que mina la conciencia del gitano, va menguando a medida que pasa el tiempo y<br />

los individuos crecen y se desarrollan en sus nuevas funciones. Desde el camino de la<br />

superación pueden elaborar lo que esta pasando con sus vidas y a la vez que van<br />

ganando espacios en la sociedad sedentaria, la disconformidad identitaria cede y deja<br />

lugar a una equilibrada paz interna, entre el nuevo ciudadano y la patria infancia gitana.<br />

Esa paz, no siempre alcanza para producir un acercamiento físico entre las partes, pero<br />

logra modificar, por un lado, la sensación aterrante de haber pertenecido a un pueblo<br />

monstruo que destruye a sus hijos, y por el otro lado, se comprueba que no ha sido tan<br />

generoso el abrazo salvador y fraterno que se presumía, encontraría en la sociedad<br />

envolvente.<br />

Este equilibrio entre el pasado y el presente a veces logra que los autoexiliados<br />

ya entrados en años, o bien en nutritivas experiencias, vuelvan a los antiguos lugares en<br />

busca de recuerdos. Regresan a escondidas, o a sabiendas de su nueva familia, para<br />

verse con algunos miembros de su antiguo grupo y reinician un intercambio que los<br />

reconstituye como personas que han recuperado parte de su primera identidad. La<br />

sociedad gitana, cuando estas transformaciones son reales y comprueban que el regreso,<br />

definitivo o pasajero, es verdadero, no se opone a que el individuo vuelva a recoger o a<br />

olfatear su antigua genealogía: algo bueno ha quedado en el recuerdo para que se haya<br />

gestado ese retorno. Por lo tanto, la experiencia que nos deja este proceso, asegura que<br />

toda nueva identidad que exige la expulsión de las otras identidades, produce un daño<br />

irreparable en la base identitaria del hombre.<br />

<strong>Los</strong> elementos identitarios del gitano por sus características redondas, heredadas<br />

del nomadismo, pueden adecuarse a todos los terrenos sociales y sistemas políticos, gira<br />

sus partes y se adapta a cualquier terreno, no es fija, plana y expulsiva como la identidad<br />

única del hombre regido por un Estado. La humanidad, más allá de lo que intente el<br />

sistema con sus múltiples brazos, siempre ha sido nómade, e irá en una migración<br />

constante en busca de alimentos, de confort, de bienestar y paz; de un porvenir y de un<br />

mejor futuro para sus hijos.<br />

<strong>Los</strong> Estados y sus construcciones como la Identidad Nacional, o sus fronteras<br />

territoriales, sus banderas y sus himnos, buscan del hombre un compromiso político que<br />

no siempre acompaña sus necesidades y sus evoluciones. La identidad múltiple del

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