EL QUIJOTE - Universidad de Castilla-La Mancha

ANTONIO REY HAZAS
¿Podría un extraterrestre entender algo sobre el universo a partir de un
diccionario? El lenguaje nos informa de lo que una sociedad considera
importante. Un diccionario puede entenderse como un discurso
psicocultural, la anatomía de los intereses, las preferencias y las manías de
una sociedad. La gramática entera nos proporciona información sobre los
presupuestos intelectuales que hay por debajo de su sistema de creencias
y de su modo de vida. La sintaxis, por ejemplo, estructura nuestro sistema
de categorización, o al revés, eso habrá que verlo. La relación sujetopredicado
ha fundado casi toda la metafísica occidental desde Aristóteles.
Pero ¿esas peculiaridades lingüísticas determinan nuestra percepción de la
realidad o derivan de ella? ¿Conocemos sólo lo que nuestro lenguaje nos
permite conocer? Ya en 1860, el humanista alemán A. Tredelenburg
afirmaba que si Aristóteles hubiese hablado chino o dakotano, en vez de
griego, las categorías de la lógica aristotélica habrían sido radicalmente
diferentes [Marina, 1998.23].
El estudio de los clásicos se hace, de nuevo, imprescindible, porque
son los grandes creadores literarios, precisamente, los que más han
contribuido a la fijación del idioma históricamente y, por consiguiente, a que
la gramática, la sintaxis y el diccionario impliquen un determinado sistema
de creencias y vayan unidos a una manera concreta de cultura y de visión
del mundo. Es obvio que existen montones de palabras y conceptos en
español que van directamente ligados a nuestros clásicos, como el término
honor y todo su campo semántico, siempre emparentados con el teatro de
Lope de Vega, Calderón, Tirso, etc., aunque sea para contradecirlo y
refutarlo, como hizo Valle-Inclán en Los cuernos de don Friolera. O la tan a
menudo mencionada picaresca española, que asimismo está, consciente o
inconscientemente, vinculada a la progenie del Lazarillo, el Buscón y el
Guzmán de Alfarache. O la versión española del idealismo, que se traduce
con frecuencia como la gloria en el fracaso, esto es, como lo que le sucede
a don Quijote. No en vano, españoles y extranjeros han considerado que el
Quijote es el símbolo por excelencia de lo español, e incluso han llegado a
ligar la decadencia española que comienza en el siglo XVII con la obra
inmortal de Cervantes (Lord Byron y Ramiro de Maeztu, por ejemplo).
Aunque en esta caso, en el de Don Quijote, no haya nada que demostrar,
dado que se trata de miles y miles de palabras españolas traducidas al
mundo entero, a todos los idiomas, tanto a más que la propia Biblia; miles
de palabras españolas que implican además que los conceptos hispanos
llegan al mundo entero y se difunden por los más recónditos lugares del
planeta, gracias a la magia literaria cervantina, que hace que todos los
seres y en todos los países entiendan los términos quijotescos, en verdad
los más universales de nuestro idioma, los que más han hecho, en
consecuencia., por la visión española del mundo y por su difusión.
Cervantismo y quijotismo son los símbolos de identidad de nuestro idioma
en el mundo. ¿Hay prueba más evidente de la relación imprescindible entre
el español y nuestros clásicos? Cervantes se denomina el premio más
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