EL QUIJOTE - Universidad de Castilla-La Mancha

ANTONIO REY HAZAS
de anotaciones necesarias para la comprensión cabal del texto cervantino.
Y así es, sin duda; pero no para todos. Lo mismo hizo, por cierto, con
hojuelas, demostrando en este caso una cierta incultura lingüística, porque
esta palabra se conserva en el español actual de muchas zonas
castellanas, y él dijo que eran una especie de crepes, cuando nada tienen
que ver con eso, ya que son obleas mucho más consistentes, fritas en
aceite con miel, que se hacen en los días del Carnaval. Lo de crepes por
hojuelas no está nada mal para un académico de la RAE, que comparte la
responsabilidad del diccionario, dicho sea sin acritud, sobre todo porque no
explica en absoluto qué son esos dulces.
Lo que sucede es que un pueblo como el mío conserva cientos de
arcaísmos de manera natural, porque se trata de un lugar perdido en la
sierra en el que todavía hoy se hacen las mismas hojuelas que mencionaba
el Quijote. Nada tiene de extraño, por tanto, que cualquier campesino de mi
pueblo entienda mejor que el ilustre académico algunas palabras
quijotescas, aunque no deja de ser curioso que así sea. Se trata, en fin, del
problema del lenguaje y de la comunicación, que tienen que ver
directamente con la vida, como Cervantes se cansa de repetir. Y lo mismo
sucede, sistemáticamente, en la literatura, lo que avala con fuerza, una vez
más, la necesidad de leer a los clásicos. Y dado que estamos con
Cervantes, sigamos con él, y fijemos algunos principios lingüísticos básicos
de su quehacer literario, porque nuestro autor siguió la norma lingüística de
Toledo por decisión propia, aunque limitada a los más cualificados
toledanos, como habían hecho muchos de sus más ilustres predecesores y
contemporáneos.
4. LA LENGUA DE CERVANTES EN EL “QUIJOTE”: PRINCIPIOS BÁSICOS
Lo cierto es que si uno se pusiera, pongo por caso, a buscar el ideal
lingüístico de Cervantes, encontraría de inmediato que sus términos
definitorios son llaneza y naturalidad, como han estudiado A. Rosenblat
[1971], H. Hatzfeld [1972], Rufino José Cuervo [1989-1990:155-164], Lope
Blanch [1999:141-149], etc. Don Miguel, en efecto, clama contra la
afectación, lo que podría muy bien identificarle con el ideal de su admirado
Garcilaso de la Vega, cuando elogia a Boscán por su traducción de El
cortesano de Castiglione en su carta a doña Jerónima Palova de
Almogávar: «guardó una cosa en la lengua castellana que muy pocos la
han alcanzado, que fue huir del afectación sin dar consigo en ninguna
sequedad; y con gran limpieza de estilo usó de términos muy cortesanos y
muy admitidos de los buenos oídos, y no nuevos ni al parecer desusados
de la gente» [1524, ed. 1984:66]. También podríamos emparentar a
Cervantes, por razones parejas, con el ideario expreso de Juan de Valdés
en su célebre Diálogo de la lengua: «sin afectación ninguna escribo como
hablo: solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo
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