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primera parte pag 1-45 - NetDealer

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El mismo, como sujeto agente, se halla inmerso desde antes de empezar la acción<br />

en una contradicción a la que llamaremos “pre conflicto”. El actor viene de una<br />

situación que lo impele al conflicto, y aquellas “condiciones dadas” pueden ser<br />

resueltas de dos modos: o bien física, animalmente, si triunfan sus instintos; o bien<br />

de un modo más civilizado, reprimiendo sus instintos o impulsos, si triunfa el<br />

deber ser o la conveniencia social. Este juego de contradicciones, anterior al<br />

desembarco real en el juego, es una tensión interna, para nada psicológica,<br />

absolutamente física, que escinde al actor y que lo pone ante la estructura con una<br />

doble opción. Por lo tanto debe improvisar. En algunos casos la acción<br />

preconcebida puede ser llevada a cabo y entonces simplemente acciona. Nótese la<br />

diferencia que marco entre improvisar y llevar a cabo una acción preconcebida o<br />

simplemente accionar.<br />

Pero volvamos a la definición técnica del conflicto. Se trata del choque o la<br />

colisión de dos o más fuerzas, y no simplemente de una situación afligente o<br />

dolorosa. La descripción de los conflictos como situaciones dolorosas quizás sea una<br />

buena definición, pero, pero lo es desde el punto de vista psicológico. El actor no<br />

puede ponerla en práctica. Mientras que puede organizar su campo luchando contra<br />

lo que se le opone desde afuera o bien enfrentando el dilema físico (y lo subrayo)<br />

entre su propio animal y el deber ser. Nunca un conflicto transcurre –repito desde el<br />

punto de vista técnico– en el mero nivel psíquico. Siempre se halla a nivel del cuerpo,<br />

es energía movilizada en una dirección (¡o en dos en el caso de los pre-conflictos!). No<br />

se trata de que el actor se ponga a pensar en los caminos para resolver la situación.<br />

Se trata de una disposición corporal que lo prepara y aún lo introduce en una disputa<br />

efectiva y física.<br />

Cuando, por el contrario, el actor intenta comprender de antemano el sentido del<br />

conflicto que le toca enfrentar, procura al mismo tiempo resolverlo antes con su<br />

intelecto. ¡Como si efectivamente se pudiera! Los conflictos reales apenas si pueden<br />

ser nominados en sus momentos de partida, porque se trata siempre de interacciones<br />

dialógicas, físico-psíquicas, intrincadas y sumamente cambiantes, imposible de ser<br />

pensadas. Los estudiantes quieren, como en la vida educada y reprimida, antes<br />

comprender y luego actuar en consecuencia. Esto lleva a una seudo interacción, a un<br />

intercambio muerto. Es justamente el cuerpo –se trata lógicamente de una metáfora–<br />

y no la cabeza el que investiga. Tan sólo es posible conocer discursivamente los<br />

puntos de partida de un conflicto. Hay, pues, que hacer para comprender, y no<br />

comprender para luego hacer. Como trabajo teórico, la improvisación tan solo<br />

requiere decidir los puntos de partida de una situación.<br />

Los análisis de mesa no pueden ser reemplazados por análisis de texto de los que<br />

surjan “listas de acciones”, ya que se estaría repitiendo el error anterior de separar el<br />

trabajo teórico del práctico.<br />

El método es esencialmente un modo de conocer, especifico del actor. En primer lugar<br />

porque lo que hay que conocer “todavía no existe” en el nivel de texto: es preciso<br />

crearlo. Y en segundo, porque la traducción de palabras al cuerpo, es un tránsito<br />

complejo. ¿Quién de nosotros no ha tenido dificultades para explicar un dolor que<br />

realmente sentimos al médico? ¿Es punzante o late? ¿En qué zona del cuerpo se siente<br />

fundamentalmente?<br />

Lo único necesario para emprender este tipo de conocimiento especifico son las<br />

pocas precisiones capaces de ponernos en movimiento contra los conflictos iníciales.<br />

Muchos llegan a aceptar el rol de los conflictos, pero intentan abordarlos, crearlos<br />

desde su descripción psicológica “como estados emocionales o psíquicos”. Los<br />

enfocan como si se tratase de entidades unitarias. Hablan, por ejemplo, de los<br />

tormentos de Edipo o de las dudas de Hamlet. Y hasta son capases de describirlos<br />

verbalmente y con hermosos detalles. Ahora bien: ¿Cómo procede el actor para<br />

“atormentarse”, o para que las dudas lo martiricen? ¿Cómo proceder entonces?<br />

Ya hemos subrayado el mérito de Stanislavski quien demostró la imposibilidad<br />

de poner frente a sí mismo, como tarea, el rescate de determinados sentimientos. Lo<br />

primero que hay que decir es que los componentes emocionales de la situación,<br />

surgen, son producidos por el accionar del actor. No son buscados. Ni siquiera el<br />

página 32<br />

Teatro

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