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actor sospecha cuál es su contenido real y menos aun su mutabilidad. Su<br />
“construcción” –casi estoy tentado a decir hallazgo– ha provocado numerosas<br />
sorpresas en sentido que cuando alguien esperaba, digamos dolor, aparece rabia, o<br />
cuando alguien está golpeado por el amor –digamos Romeo en la escena del balcón–<br />
lo que menos siente es ese estado y en cambio pretende esconderse, jugar, auto<br />
flagelarse, etc.<br />
Una de las cosas que mayor asombro me provocan es que nadie haya vinculado<br />
la aparición de las emociones a la lucha contra los conflictos. Se ha hablado de<br />
memoria, de exactitud en la realización de las acciones (otro tipo de memoria) como<br />
causas de la aparición de esos contenidos. Pero nadie ha descrito la imposibilidad de<br />
una solución racional y calma ante las situaciones dramáticas como causa de una<br />
respuesta comprometida por <strong>parte</strong> del sujeto. Sin embargo varios enfoques<br />
psicológicos contemporáneos ven justamente en ese tipo de situaciones el motivo de<br />
su surgimiento.<br />
El cuerpo, el animal del actor, se halla impulsado a proceder de una cierta manera<br />
brutal, pero sus pruritos lo detienen, o bien el se siente atraído físicamente por Julieta<br />
–quien, supongo, se halla en ropa de cama– pero teme asustarla. Estas circunstancias,<br />
cuando son abordadas corporalmente por el actor, provocan de inmediato una<br />
conducta orgánica, es decir, que comprende lo físico, lo intelectual y lo emocional a la<br />
vez.<br />
Esta es una descripción verbal, por tanto inexacta, de lo que el actor halla frente a<br />
sí en la situación dramática. El actor “construye”<br />
los dos factores como tendencias opuestas en su propia persona, o bien lucha<br />
contra algo exterior, y esto lo compromete. Para nada se trata de recobrar algo que le<br />
haya ocurrido. Y en estos procedimientos se entrecruzan, de modo imposible de<br />
discernir, la atención, el compromiso muscular, la voluntad, el pensamiento que se va<br />
ordenando “naturalmente” sin que el actor deba operar sobre cada campo<br />
aisladamente.<br />
Para el actor, desde el punto de vista técnico, los conflictos jamás son palabras. Se<br />
trata siempre de objetivos por alcanzar, de hechos que se interponen, de escisiones en<br />
la propia persona. No necesita comprenderlos a priori. Por el contrario, en la medida<br />
en que la improvisación los hace surgir, se los puede recién pensar. Que el actor se<br />
meta en los conflictos implica que se “tupacamariza” como suelo jugar. Y esto lo<br />
compromete.<br />
Este modo de comprender y de abordar los conflictos como un problema a situar<br />
en su propio cuerpo (esta es la verdadera novedad del método de las acciones físicas),<br />
es el único que le permite dar el gran salto desde la comprensión intelectual a la<br />
actuación viva y comprometida. Los conflictos ya no son “estados” o ´”emociones”<br />
entendidas de modo parecido. Ahora las relaciones conflictivas constituyen el campo<br />
real operativo y de mi “introducción” en él surgen todos los contenidos de conciencia<br />
y psicológicos.<br />
Recordemos que nos hallamos frente a una investigación: estamos frente a lo que<br />
no conocemos y no ante la aplicación de algo ya conocido y decidido.<br />
Cuando me refiero a que el actor logra una situación homóloga, lo que realmente<br />
quiero decir, es que el actor, aunque preceda como quiera, nunca podrá entrar a<br />
escena poseído por las mismas causas que motivan al personaje. Esta es otra razón<br />
del porque del fracaso de aquellos métodos que ponen todo su peso en la búsqueda<br />
de las causas de la conducta. De lo que se trata es de proponer que el actor construya,<br />
ante sí una situación homóloga a la sugerida por el texto, es decir estructuralmente<br />
idéntica pero fenoménicamente distinta. El actor no puede recobrar el pasado ni<br />
ponerse absolutamente en el mismo lugar de sus personajes. Pero lo que si puede es<br />
construir aquella situación dramática y operar sobre ella, de modo voluntario y<br />
consciente, partiendo de su compromiso esencialmente corporal, para enfrentar las<br />
situaciones conflictivas que presenta. Esto sí es posible. Y el resultado, será la<br />
producción de conductas homólogas, aunque sus causas difieran.<br />
El actor –casi es una perogrullada lo que digo– debe poner su tarea delante de él,<br />
en el futuro, y dar pasos en la misma dirección en que el trabajo torna reales los<br />
Teatro página 33