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ambientes y problemas de la vida cotidiana, con el objetivo de hacer de los personajes<br />
una repetición de tipos reales. Estaba en contra de la cuarta pared, dejaba encendidas<br />
las luces de la sala, suprimía el telón y permitía que los espectadores viesen las<br />
paredes de ladrillo del fondo del teatro para que no olvidasen que estaban asistiendo<br />
a una representación.<br />
Su perfil político quedó definitivamente remarcado cuando, tras el estallido<br />
revolucionario de Octubre de 1917, se unió a Block y a Maiakowski respondiendo al<br />
llamamiento lanzado por el Primer Ministro Lunacharski sobre la nueva cultura.<br />
Meyerhold se adhirió al Partido Comunista y fue nombrado director de la sección<br />
teatral de la Comisaría de Instrucción Pública; se convirtió, así, en el artista más<br />
importante del nuevo teatro soviético. Reivindicó el papel del actor como trabajador.<br />
Los teatros pasaron a formar <strong>parte</strong> de un nuevo organismo gubernamental conocido<br />
como T.E.O. y a Meyerhold se le encomendó dirigir el de Petrogrado, antigua San<br />
Petersburgo, en el que estrenó Misterio Bufo, de Maiakovski, para celebrar el primer<br />
aniversario de la Revolución Rusa (1918). Poco tiempo después las autoridades<br />
movilizaron a todos los trabajadores del teatro para luchar en los frentes, tras el<br />
estallido de la guerra civil. En el mes de junio de 1919, acosado por el hambre, partió<br />
hacia Yalta. En este viaje fue apresado por el bando de los mencheviques, que lo<br />
condenaron a muerte, aunque pudo salvarse poco tiempo antes de la victoria<br />
bolchevique.<br />
Pero fue en 1923, después de intensos estudios sobre la Biomecánica y tras mantener<br />
estrechos contactos con el recién aparecido Constructivismo, cuando la figura de<br />
Meyerhold cobró mayor relieve institucional. Con la edición de un libro homenaje a su<br />
labor, titulado Vsevolod Meyerhold, se inició una nueva etapa que quedó remarcada en<br />
el XI Congreso del Partido Comunista Ruso, que preconizó la realización de una<br />
literatura comunista que se opusiera, por sus tendencias, temas y forma, a la acción<br />
disgregadora de la literatura burguesa.<br />
Poco después, el 2 de abril, se celebró en el Teatro Bolshoi de Moscú el<br />
quincuagésimo aniversario del director y el vigésimo quinto de su vida teatral; en<br />
dicho acto recibió el reconocimiento de “Artista del Pueblo”. Coincidió esta etapa con<br />
la corriente denominada “estilo urbanístico”, desarrollada por algunos directores de<br />
escena rusos, que presentaban la ciudad occidental como un conglomerado de<br />
perversidad y tentaciones. Destacó, dentro de esta tendencia, el espectáculo El lago de<br />
Ljul, de Alesksey Fajko.<br />
Meyerhold trabajó con los artistas constructivistas y llenó sus espacios escénicos de<br />
plataformas móviles, escaleras y tarimas, sobre las que los actores ejecutaban<br />
movimientos precisos y mecánicos. La que se reconoce como su cima creativa llegó en<br />
1926 con los montajes de El inspector, de Nikolai Gógol, una revisión radical del<br />
clásico ruso, y El cornudo magnífico, de Crommelynck. Esta obra trata de las<br />
relaciones entre un marido, una esposa y su amante; Meyerhold trasladó la expresión<br />
de las vivencias interiores a formas abstractas. Por ejemplo, el amante caía desde un<br />
tobogán en los brazos de la esposa, expresando su alegría por medio de saltos.<br />
Representación de El Baño, de Maiakowski<br />
En 1925 había sido promulgada la que se conoce como “política del partido en el<br />
terreno de las Bellas Artes”, en la que se produjo un encuentro entre los distintos<br />
grupos y asociaciones literarias: desde los Futuristas, al Frente de la Literatura de<br />
Izquierdas, los Grupos Proletarios o la Liga de los Poetas Campesinos. Los primeros<br />
años de la década de los treinta le llevaron de gira por Europa, principalmente a<br />
Berlín y a París, y alumbraron su obra La reconstrucción del teatro. Esto coincidió con<br />
una serie de medidas destinadas a conseguir que el teatro contribuyera más<br />
activamente a la construcción del socialismo.<br />
La dama de las camelias, en 1934, le valió las más severas críticas de su carrera y<br />
constituyó el último éxito para la actriz y esposa de Meyerhold, Zinaida Rajch, en un<br />
momento en el que se proclamó el realismo socialista como conclusión máxima<br />
extraída del Primer Congreso Pan-Unionista de escritores, que había sido presidido<br />
por Gorki y que promulgó la aparición del denominado “héroe positivo”. Al mismo<br />
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Teatro