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16341.Boletin Iesus Caritas 159

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A los presbíteros, principalmente a los diocesanos, la Fraternidad<br />

Sacerdotal nos ofrece un camino sencillo con un mínimo de estructuras<br />

(Directorio 59s), pero que se revela muy eficaz para la vida y ministerio<br />

presbiteral: la espiritualidad centrada en la Eucaristía celebrada y adorada,<br />

las reuniones periódicas –la gracia del encuentro, el día de desierto, la<br />

revisión de vida, el mes de Nazaret, la vivencia de la amistad: “somos tan<br />

pocos, necesitamos amarnos mucho”. No olvidemos que el hermano<br />

Carlos como nadie vivió el ministerio presbiteral como servicio a los últimos,<br />

para llevar “el banquete a los más abandonados”, en el espíritu de<br />

nuestro Maestro y Señor que lavó los pies de sus discípulos. Jamás olvidemos<br />

que ministerio significa “minus-stare”, estar bajo a todos, en el último<br />

lugar, para servir a todos como Jesús.<br />

El hermano Carlos fue también precursor de la “caridad pastoral”,<br />

expresión feliz del Vaticano II para caracterizar la vida y el ministerio<br />

presbiteral. Consiste en ser sacramento, icono, transparencia de Jesús<br />

profeta, sacerdote y pastor del pueblo de Dios. Ya no hay peligro de que<br />

el presbítero se crea importante, se sienta categoría, pues su función es<br />

precisamente señalar y desaparecer, señalar por el ejemplo de su vida y<br />

ceder el paso a la presencia viva de Jesús el Buen Pastor Resucitado. Una<br />

expresión preciosa del hermano Carlos: «El sacerdote es una custodia. Su<br />

función es mostrar a Jesús. Él debe desaparecer para mostrar a Jesús.<br />

Esforzarme en dejar un buen recuerdo en el alma de todos los que vienen a<br />

mí. Hacerme todo para todos: reír con los que ríen, llorar con los que lloran,<br />

para conducirlos a todos a Jesús. Ponerme con condescendencia al alcance<br />

de todos, para atraerlos a todos a Jesús». Cuando el hermano Carlos fue<br />

asesinado aconteció algo inexplicable: la custodia con el Santísimo fue<br />

encontrada al lado de su cuerpo. El bienamado hermano y Señor su puso<br />

junto a su discípulo herido de muerte.<br />

La seducción de Dios en el hermano Carlos tomó forma de una herida de<br />

amor que se excedió en generosidad a través de un largo viaje interior y exterior<br />

que lo llevó hasta al final de él mismo. “Necesitamos cambiar mucho para<br />

quedarnos los mismos” (Mons. Helder Camara). ¡Que amplio desierto es el<br />

corazón humano! El último mensaje escrito por el hermano Carlos el día 1 de<br />

diciembre de 1916 es una llamada al amor, convencido de que el bienamado<br />

hermano y Señor Jesús es el amor, el amante, el amado. «Nuestro anonadamiento<br />

es el medio más poderoso que tenemos para unirnos a Jesús y hacer<br />

bien a las almas. Es lo que san Juan de la Cruz repite casi en cada línea.<br />

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