16341.Boletin Iesus Caritas 159

2.6. Consecuencia de la imagen bíblica de Dios
Esta presentación positiva del amor que hace la fe bíblica es una consecuencia
natural de su imagen de Dios y del hombre. Para la revelación
bíblica existe un solo Dios, creador de todo cuanto existe y que ama a sus
criaturas, a las que ha dado libremente el ser. Como se lee en el libro de la
Sabiduría, «Él creó todas las cosas para la existencia e hizo saludables a
todas sus criaturas...» (Sap 1,14) Y en otro lugar en forma de oración: «Te
compadeces de todos porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de
los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces
nada de lo que hiciste; pues, si algo odiases, no lo habrías creado. ¿Cómo
subsistiría algo si tú no lo quisieras? ¿Cómo se conservaría, si no lo hubieras
llamado? Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas,
Señor, amigo de la vida» (Sab 11,23-26). El Dios de la Biblia es el que
manda que se le ame con todo el ser, como pone de relieve la Shemá (Dt
6,4), porque él previamente ama a sus criaturas y las capacita para amar.
Es un Dios digno de ser amado, pues este amor perfecciona al hombre,
como dice Aristóteles, pero superando a éste, es un Dios que ama con un
amor que es misericordia, haciendo de ésta un atributo divino.
La misericordia es una virtud humana, la inclinación natural y espontánea
que experimenta el ser humano ante la desgracia ajena6 , pero esta
virtud humana tiene un límite: actúa mientras se siente correspondida. El
que ayuda a su prójimo exige reconocimiento por parte del auxiliado; si
éste no se da, deja de ayudar. Y aquí empieza la misericordia de Dios:
Dios ama al que no se lo merece. Este atributo lo pone Yahvé de manifiesto
sirviéndose de la situación matrimonial del profeta Oseas, a quien su
esposa le había sido infiel y, por ello, tiene derecho a repudiarla y echarla
de su lado. Pero Dios le manda que acoja y ame a la que no tiene derecho.
El vocabulario hebreo empleado para misericordia pone de relieve las
características de este amor de Dios: por una parte es hesed, amor fuerte,
fiel a sí mismo, pues lo propio del amor es darse siempre sin que haya
fuerza capaz de impedirlo y anularlo; por otra, es rajamim, entrañas, amor
entrañable fundado en la comunión de vida, comprensivo, que sintoniza
con el necesitado, apasionado. El amor que Dios tiene al hombre sintoniza
6. En el nº 31 la encíclica se refiere a esta virtud natural: El imperativo del amor al
prójimo ha sido grabado por el Creador en la naturaleza misma del hombre.
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