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16341.Boletin Iesus Caritas 159

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Dos partes<br />

La carta consta de dos grandes partes, íntimamente relacionadas entre<br />

sí. La primera tiene un carácter más especulativo, puesto que en ella se<br />

quiere precisar qué es el amor, cuál es su fuente, qué relación existe entre<br />

amor humano y amor divino, entre amor a Dios y amor al prójimo. La<br />

segunda tiene una índole más concreta, pues trata de cómo cumplir de<br />

manera eclesial el mandamiento del amor al prójimo. Según algunas informaciones,<br />

la primera parte se debe exclusivamente al Papa y en la segunda<br />

ha empleado materiales que había encargado Juan Pablo II de cara a una<br />

posible encíclica. Realmente se nota diferencia de tono e incluso de vocabulario<br />

entre ambas partes. Previendo esta posible objeción, el mismo Papa<br />

salió al paso en la presentación de la encíclica, defendiendo su unidad, en<br />

un párrafo interesante por la información que aporta sobre el contenido:<br />

Una primera lectura de la encíclica –dice– podría suscitar quizá la impresión<br />

de que está dividida en dos partes, que no tienen mucha relación entre sí: una<br />

primera parte, teórica, que habla de la esencia del amor, y una segunda parte<br />

que trata de la caridad eclesial, de las organizaciones caritativas. Sin embargo,<br />

lo que a mí me interesaba era precisamente la unidad de los dos temas<br />

que, sólo pueden comprenderse adecuadamente si se ven como una sola cosa.<br />

Ante todo, era necesario afrontar la esencia del amor como se nos presenta a<br />

la luz del testimonio bíblico. Partiendo de la imagen cristiana de Dios, era<br />

necesario mostrar que el hombre está creado para amar y que este amor, que<br />

en un primer momento se manifiesta sobre todo como «eros» entre el hombre<br />

y la mujer, tiene que transformarse interiormente después en «agápe», en don<br />

de sí al otro para responder precisamente a la auténtica naturaleza del<br />

«éros». Con este fundamento, había que aclarar después que la esencia del<br />

amor de Dios y del prójimo descrito en la Biblia es el centro de la existencia<br />

cristiana, es el fruto de la fe. A continuación, era necesario subrayar en una<br />

segunda parte que el acto totalmente personal del «agápe» no puede quedarse<br />

en algo meramente individual, sino que por el contrario tiene que convertirse<br />

también en un acto esencial de la Iglesia como comunidad: es decir, se<br />

necesita también una forma institucional que se expresa en la acción comunitaria<br />

de la Iglesia. La organización eclesial de la caridad no es una forma de<br />

asistencia social que se sobrepone por casualidad a la realidad de la Iglesia,<br />

una iniciativa que también otros podrían tomar. Por el contrario, forma parte<br />

de la naturaleza de la Iglesia. Así como al «Logos» divino le corresponde el<br />

anuncio humano, la palabra de la fe, así también al «Agápe», que es Dios, le<br />

tiene que corresponder el «agápe» de la Iglesia, su actividad caritativa.<br />

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