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Social de la Iglesia no excluye la atención a las causas de la injusticia y del<br />
dolor en el mundo, pero reconoce que no es su tarea propia combatirlas<br />
sino del Estado y de los cristianos como ciudadanos a título individual,<br />
aunque la Iglesia como tal, puede y quiere colaborar iluminando y purificando<br />
el justo concepto de justicia, como veremos. Para Benedicto XVI lo<br />
propio y urgente es la persona que sufre aquí y ahora y que no puede esperar<br />
años o siglos a que mejore una situación estructural. Por ello afirma<br />
que según el modelo expuesto en la parábola del Buen Samaritano, la caridad<br />
cristiana es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata<br />
en una determinada situación (nº 31). Por ello, a pesar de las críticas,<br />
no hay que abandonar una caridad inmediata y urgente.<br />
Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es preciso<br />
que se haga por medio de personas profesionalmente competentes, por<br />
un lado, y por otro por personas con corazón, pues se trata de atención a<br />
seres humanos, y los seres humanos necesitan siempre algo más que una<br />
atención sólo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. Necesitan atención<br />
cordial... Por eso, dichos agentes, además de la preparación profesional,<br />
necesitan también y sobre todo una «formación del corazón»: se les ha<br />
de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el<br />
amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo<br />
ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una<br />
consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad (cf.<br />
Gal 5, 6) (nº 31).<br />
B. Una segunda característica de la acción específica eclesial es que ha<br />
de ser independiente de partidos e ideologías. No es un medio para transformar<br />
el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias<br />
mundanas, sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre<br />
siempre necesita... A un mundo mejor se contribuye solamente haciendo<br />
el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente<br />
de estrategias y programas de partido (nº 31).<br />
C. Finalmente hay que evitar el proselitismo. El amor es gratuito; no se<br />
practica para obtener otros objetivos. Pero esto no significa que la acción<br />
caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo. Siempre<br />
está en juego todo el hombre. Con frecuencia, la raíz más profunda del<br />
sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios. Quien ejerce la caridad en<br />
nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la<br />
Iglesia. (nº 31) Todos en la Iglesia, las organizaciones caritativas en espe-<br />
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