16341.Boletin Iesus Caritas 159

2. EL AMOR
El amor en sus diversas manifestaciones es el tema central de la encíclica.
Pero ¿qué es amor? Es una palabra polivalente, usada en múltiples
sentidos, frecuentemente contradictorios en el uso normal de la calle,
puesto que lo mismo designa una acción egoísta como otra gratuita y
desinteresada en favor de otro. Es la mala suerte que tiene la palabra
amor cuando se la separa de su afiliación natural, que es Dios. Cuando se
la ve en su contexto natural, todos los sentidos de la palabra (amor posesivo,
amor oblativo, amor paternal, amor esponsal, amor filial, amor fraternal,
amor sexual, amor de amistad, amor cristiano...) son coherentes entre
sí y tienen un sentido positivo, pero cuando se la separa de su fuente,
algunos aspectos se absolutizan, como sucede con el amor sexual, y se
vuelven incompatibles entre sí. Por ello sabiamente la encíclica comienza
su presentación del tema constatando que el amor es un fenómeno heterogéneo
y continúa analizándolo desde la filología, desde la antropología y
desde la revelación. De esta forma aclara lo que es amor, presenta los
diversos tipos básicos y la relación positiva entre ellos.
2.1. Fenómeno heterogéneo
La diversidad de usos de la palabra amor manifiesta claramente que se
trata de un fenómeno heterogéneo. La encíclica nombra el amor de Dios
en el título de la encíclica, después en diversos lugares cita el amor a la
patria, el amor por la profesión o el trabajo, el amor entre amigos, el amor
entre padres e hijos, el amor entre hermanos y familiares, el amor al prójimo,
el amor a Dios, el amor social, y destaca entre ellos el amor entre el
hombre y la mujer, amor posesivo de otra persona que busca el propio
bien y el de la persona amada, amor compuesto de sentimiento, conocimiento
racional y libertad. Este amor se presenta ”como arquetipo por
excelencia..., en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y
en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece
irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los
demás tipos de amor” (nº 2).
“Se plantea, entonces, la pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican
al final, de algún modo, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones,
siendo en último término uno solo, o se trata más bien de una misma
palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes?”
(nº 2). Esta es la primera cuestión importante que la encíclica quiere acla-
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