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16341.Boletin Iesus Caritas 159

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debe ejercer esta obligación también como miembro de la comunidad por<br />

medio de todas las manifestaciones de la Iglesia, comunidad local, Iglesia<br />

particular e Iglesia universal. Como dice la encíclica, el verdadero sujeto de<br />

las diversas organizaciones católicas que desempeñan un servicio de caridad<br />

es la Iglesia misma y eso a todos los niveles, empezando por las parroquias,<br />

a través de las Iglesias particulares, hasta llegar a la Iglesia universal (nº<br />

32). En su actividad la comunidad eclesial debe dotarse de una organización<br />

para realizar esta tarea de forma ordenada y eficiente (cf. nº 20). En<br />

este contexto la encíclica cita Hch 6,1-6 que narra la institución del grupo<br />

de los Siete con la misión de servir a las mesas. Se trataba de un servicio<br />

que no debía limitarse a un servicio meramente técnico de distribución:<br />

debían ser hombres «llenos de Espíritu y de sabiduría» (cf. Hch 6, 1-6). Lo<br />

cual significa que el servicio social que desempeñaban era absolutamente<br />

concreto, pero sin duda también espiritual al mismo tiempo; por tanto, era<br />

un verdadero oficio espiritual el suyo, que realizaba un cometido esencial de<br />

la Iglesia, precisamente el del amor bien ordenado al prójimo (nº 21).<br />

La obligación del servicio de la caridad incumbe al Papa, que lo ejerce<br />

por medio del Consejo Pontificio Cor Unum como organismo; igualmente<br />

incumbe directamente a los obispos, pues es propio de la estructura episcopal<br />

de la Iglesia que los obispos, como sucesores de los Apóstoles, tengan<br />

en las Iglesias particulares la primera responsabilidad de cumplir, también<br />

hoy, el programa expuesto en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2, 42-44): la<br />

Iglesia, como familia de Dios, debe ser, hoy como ayer, un lugar de ayuda<br />

recíproca y al mismo tiempo de disponibilidad para servir también a cuantos<br />

fuera de ella necesitan ayuda ... el Directorio para el ministerio pastoral<br />

de los obispos ha profundizado más concretamente el deber de la caridad<br />

como cometido intrínseco de toda la Iglesia y del Obispo en su diócesis (nº<br />

32). Lo mismo hay que decir de los párrocos como colaboradores del<br />

ministerio episcopal. Finalmente todos los miembros del pueblo de Dios,<br />

ministros ordenados y ministros laicos, religiosos y seglares han de colaborar<br />

en la medida de sus posibilidades en esta tarea eclesial, pero siempre<br />

con las características propias de una obra de Iglesia.<br />

3.4. <strong>Caritas</strong><br />

En cuanto a los organismos concretos de que debe dotarse la Iglesia<br />

para realizar esta tarea, la encíclica habla genéricamente de organizaciones<br />

caritativas y una sola vez (nº 31 a) más en concreto de <strong>Caritas</strong> (dioce-<br />

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