16341.Boletin Iesus Caritas 159

Dice a propósito la encíclica: En esta profecía (de Gén 2,24) hay dos aspectos
importantes: el éros está como enraizado en la naturaleza misma del hombre...
el éros orienta al hombre hacia el matrimonio..., un vínculo... único y
definitivo; así, y sólo así, se realiza su destino íntimo... (de esta forma) a la
imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo.... que se
convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el
modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano. Esta
estrecha relación entre éros y matrimonio que presenta la Biblia no tiene
prácticamente paralelo alguno en la literatura fuera de ella (nº 11).
2.8. ¿Qué es el amor?
A la luz de todo lo visto, ¿qué es el amor? ¿Cuáles son sus componentes
y, especialmente, qué lugar ocupa entre ellos el sentimiento? Es frecuente
identificar amor con sentimiento. Esto es un equívoco que se suele
dar en nuestra cultura, que a veces trae malas consecuencias, como creer
que en una pareja ha desaparecido el amor porque han desaparecido los
sentimientos iniciales. No quiere esto decir que el sentimiento sea ajeno al
amor posesivo u oblativo, pues muchas veces está presente y ha tenido
mucha importancia en su origen, ni que no tenga importancia la vida afectiva,
sino que su ausencia temporal o debilitamiento no significa sin más
ausencia de amor, cuando persiste, “a palo seco”, la búsqueda racional y
libre del bien del otro y la entrega mutua entre las personas. Desde la filología
los tres términos analizados implican tres elementos: conocimiento,
acción libre de entrega en beneficio de alguien y sentimiento, pero la proporción
de estos elementos es diferente entre ellos, ya que dos términos
filéo y éros subrayan el sentimiento, mientras que no lo hace agápe, donde
puede estar o no estar presente. Realmente el amor, en su doble dimensión
de posesivo y oblativo, implica el entendimiento y la voluntad. Lo importante
es que el hombre, ser racional, quiera consciente y libremente entregarse
a una persona –amor oblativo– o ser amado por ella –amor posesivo–
. En este contexto los sentimientos afloran especialmente en las etapas
iniciales y con motivos especiales de una manera intensa, pero esto depende
de mil circunstancias. Hay que cuidar la vida afectiva, alimentándola
con mil detalles diarios, ya que su ausencia puede hacer malas jugadas,
pero también debe evolucionar en sus manifestaciones de acuerdo con la
edad y esta evolución hace que el sentimiento tome formas más serenas en
otras edades. La ausencia de los sentimientos iniciales no es falta de amor.
El amor desaparece cuando la persona renuncia libre y conscientemente a
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