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16341.Boletin Iesus Caritas 159

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nota la encíclica (nº 9) el Dios de que habla Aristóteles no ama, aunque es<br />

digno de ser amado o deseado por los hombres.<br />

Dentro de este uso general prevalece la concreción en el amor entre<br />

hombre y mujer, hecho de atracción, pasión y deseo; éros es amar apasionadamente,<br />

estar enamorado, “ una locura divina, que prevalece sobre la<br />

razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este<br />

quedar estremecido por una potencia divina, le hace experimentar la dicha<br />

más alta. De este modo, todas las demás potencias entre el cielo y la tierra<br />

parecen de segunda importancia” (nº 4). Y dado que la ebriedad de los<br />

sentidos no conoce medida ni forma, los trágicos griegos, como Sófocles,<br />

hablan del aspecto demoníaco del éros (el dios del amor se llama precisamente<br />

Éros) que hace olvidar razón, voluntad y sentido hasta el éxtasis.<br />

No satisface plenamente esta concepción puramente materialista, por<br />

lo que el mundo griego intenta espiritualizar en cierto sentido esta experiencia<br />

y aparece así el éros místico, con el que se quiere superar los propios<br />

límites para conseguir la perfección y la comunión con la divinidad.<br />

Esto se manifiesta en los cultos de la fertilidad, donde se glorifica el éros<br />

creador de la naturaleza, y en las religiones de los misterios en cuyos ritos<br />

se aspira a la unión del iniciado con la divinidad. Se pone así cada vez más<br />

en primer plano el aspecto espiritual de la unión, a pesar de que sigan<br />

usando imágenes y símbolos eróticos. El mundo griego, pues, usa ampliamente<br />

éros en sentido sexual craso, pero junto a esto manifiesta una aspiración<br />

a elevarse sobre el mundo de los sentidos. En el NT no aparece<br />

nunca el término.<br />

La encíclica con buen sentido pedagógico, pues no pretende ser un tratado<br />

exhaustivo, se centra en el aspecto sexual de éros y lo presenta como<br />

arquetipo de todo tipo de amor; es el amor entre hombre y mujer, que no<br />

nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone<br />

al ser humano (cf.nº 3). Recuerda que se le suele llamar amor «mundano»,<br />

amor ascendente, posesivo, amor de concupiscencia, que tiende al provecho<br />

propio; dice de él que suele manifestarse ebrio e indisciplinado, que<br />

implica una especie de elevación, un «éxtasis» hacia lo divino. El éros inicialmente<br />

es sobre todo vehemente, ascendente fascinación por la gran<br />

promesa de felicidad. Es una alegría, predispuesta en nosotros por el<br />

Creador, nos ofrece una felicidad que nos hace pregustar algo de lo divino.<br />

Analizando su origen, a la luz de Gen 1-2 afirma que el éros está como<br />

enraizado en la naturaleza misma del hombre y orienta al hombre hacia el<br />

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