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16341.Boletin Iesus Caritas 159

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¿No pone quizás carteles de prohibición precisamente allí donde la alegría,<br />

predispuesta en nosotros por el Creador, nos ofrece una felicidad que nos<br />

hace pregustar algo de lo divino? (nº 3)...<br />

De ser verdad esta objeción y tuviéramos que contraponer amor<br />

humano y amor divino, las consecuencias serían nefastas, como pone de<br />

relieve el Papa: A menudo, –escribe– en el debate filosófico y teológico,<br />

estas distinciones se han radicalizado hasta el punto de contraponerse entre<br />

sí: lo típicamente cristiano sería el amor descendente, oblativo, el agápe<br />

precisamente; la cultura no cristiana, por el contrario, sobre todo la griega,<br />

se caracterizaría por el amor ascendente, vehemente y posesivo, es decir, el<br />

éros. Si se llevara al extremo este antagonismo, la esencia del cristianismo<br />

quedaría desvinculada de las relaciones vitales fundamentales de la existencia<br />

humana y constituiría un mundo del todo singular, que tal vez podría<br />

considerarse admirable, pero netamente apartado del conjunto de la vida<br />

humana (nº 7). Tiene razón la encíclica. Desgraciadamente hay que reconocer<br />

que en determinadas épocas, lugares y circunstancias ha sido así y<br />

que el amor humano es un aspecto de la revelación cristiana al que no se<br />

da el suficiente relieve en la catequesis cristiana o se presenta en un contexto<br />

moralizante negativo a la luz de los excesos que de hecho existen.<br />

La encíclica quiere corregir esta situación, vindicando, de acuerdo con<br />

la revelación, la unidad existente entre amor sexual y amor de Dios, amor<br />

humano y amor religioso. Dios es amor y todas las manifestaciones auténticas<br />

del amor provienen de él y llevan a él. El agápe no destruye el éros ni<br />

son dos realidades independientes que han de caminar separadas una al<br />

lado de la otra, sino que están íntimamente relacionadas. El amor oblativo<br />

o agápe purifica al amor posesivo o éros de desviaciones y lo potencia<br />

para que sea auténtico éros que realiza a la persona y así se integre en<br />

plena comunión con el agápe, lo fortalece y capacita para lograr su aspiración<br />

a lo divino. Si no ¿cómo sería posible una espiritualidad matrimonial,<br />

en la que el éros es parte importante?<br />

Esta tarea de purificación comienza en el AT donde arranca un camino<br />

que culmina en el NT y lo hace de dos formas: positivamente, presentando<br />

la sexualidad como una realidad creada por Dios, y negativamente, condenando<br />

sus desviaciones. En concreto:<br />

A. Positivamente la palabra de Dios fundamenta el éros como una realidad<br />

positiva querida por él. Los tres primeros capítulos del Génesis ofrecen<br />

una serie de afirmaciones que legitiman el amor sexual como un ejer-<br />

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