Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Chucho y la redoblona<br />
Elena Machado, María Rosario, La Murcia, Guillermina, Petra<br />
Fernández, aconsejaron al “9” —esta vez dividido entre tres— se<br />
alejase. “Piérdete, Chucho; anda pa’l manglar. Huye hacia una isla<br />
de esas, que ese diablo es malo. ¿Es que tú no vites lo que le hizo<br />
a Grabielito?”. El pájaro baco permanecía impávido contemplando<br />
quién sabe qué desde su orilla.<br />
Como a las dos horas tres osmóvil se acercan despacio; dos se estacionan<br />
frente a la bodega y un tercero que queda como a cincuenta<br />
metros, más o menos. Del asiento de atrás sale Ferrebús con su<br />
cetro de perjudicar, la peinilla, cuyo brillo parece un manantial…<br />
de lágrimas. Camina despacio escondiendo algo detrás de la pierna<br />
derecha, como si fuese ñeco, renqueando, con el hombro izquierdo<br />
levantado, y con la vocecita cínica y el tumbaíto serrano saluda<br />
aritméticamente:”¿Seis más tres?”. El nueve, que por ser baco no<br />
es soquete, conmutó firme y como si no fuera con él: “¡Diez menos<br />
uno!”. “Seis más tres, ¿dime cuánto es seis más tres, Chuchito,<br />
dime con el deo, mijo? deja que hable el deo, saca el deito, chico?<br />
inquiría el esbirro con pérfido esmero, como quien consiente a<br />
un bebé. Aquella maligna ternura le ancló la palabra al pescador<br />
en la conmutación inicial, “Diez menos uno”. “Ah, ¿no me lo vas a<br />
decí como tú acostumbras decilo? ¿No me vas a hablar con el deo,<br />
Chuchito? La maléfica invitación se convirtió repentinamente en<br />
cefálica orden que el resto de los esbirros acata automáticamente.<br />
Ya conocen el guión <strong>del</strong> despiadado rito: La redoblona.<br />
Cumplió con “Cabeza de Hacha”, su invocación diaria. No se rajó…<br />
Apareció a los ocho días con berenjenas guindando en su piel; con el<br />
ardor adherido a las carnes de atrás. Incluso, el recuerdo desollado.<br />
No habló más la mano; más baco se volvió…sólo se le escuchaba<br />
lamentarse con las cuerdas, navegando en su chinchorro:<br />
25