Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
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veredicto provisto de tanto festejo fue menos severamente ensañado.<br />
Los cargos fueron por piratería, agavillamiento, hurto, homicidio<br />
frustrado mediante el empleo de arma blanca —palos—,<br />
intento de violación, uso ilícito de armas —bagres— y apropiación<br />
indebida.<br />
Al salir de la sala <strong>del</strong> tribunal, una mueca mordaz muestra satisfecha<br />
una hilera desordenada y amarillenta de dientes forrados de nicotina<br />
y una mirada pérfida que a simple vista traduce <strong>del</strong>itos, trampa y<br />
sucio actuar. En la puerta, a escasos metros de Stragliotta, Cipriano<br />
responde al hedor que le observa: “¡Marinos somos y en las mismas<br />
aguas navegamos!”, lenta y severamente, acompañando la felina<br />
sentencia, con tres afirmaciones de cuello y cabeza consecutivas, y<br />
una mirada de selva que le hizo huir la burla al siciliano, en tanto<br />
que el bigote le tiembla sobre las manchas de nicotina y los labios<br />
palidecen.<br />
Stragliotta había abonado lo que anunciaba ser el más cínico<br />
de los terrenos. En las primeras horas de la tarde comenzaron<br />
los extras de noticias de radio Puerto La Cruz, y Totoño Centeno<br />
anunciaba así: “¡Piratas marinos irrumpieron violentamente en<br />
una embarcación en alta mar, frente a las costas de Barcelona, se<br />
apoderaron <strong>del</strong> trabajo de su tripulación, hirieron con armas de<br />
fuego a dos de sus ocupantes, incendiaron la nave para no dejar<br />
rastros, y cuando se daban a la fuga, fueron sorprendidos por<br />
las fuerzas <strong>del</strong> orden quienes los apresaron y los pusieron a las<br />
órdenes de la justicia. Los malhechores estaban bajo las órdenes<br />
de Cipriano Sifontes y Jesús Millán, dos peligrosos <strong>del</strong>incuentes,<br />
quienes deberán pagar prisión por este <strong>del</strong>ito ¡Seguiremossssss<br />
Informando!”. Culmina el desproporcionado estiramiento de las<br />
palabras, la alarma inarmónica de la marimba…<br />
A los pocos años, insistiendo en no morir, con un cáncer en los<br />
riñones, el desahuciado juez clamaba por la presencia y el perdón<br />
de los tres pescadores; hasta la suma que pagó Stragliotta, les<br />
confesó. De él supieron que un funcionario de la PTJ, muerto en<br />
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