Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

a la del motor, exclama: “¡Los daban por perdidos; allá en Palotal les
están preparando los velorios!”. Acerca su bote y se acercan alegrías
y maderas, al juntarse los peñeros y estrecharse los brazos, les da
agua de sus ojos y agua para saciar la sed que los abruma. Luego
amarra el pedazo que quedó de la larga cabuya que sujetaba el ancla
a su embarcación, rumbo a sus velorios, a Palotal.
La breve caravana prosigue hacia la primera margen, donde el río,
con frecuencia, aglomera los árboles que arranca en épocas de
aguaceros continuos, cuando marcha, como un suelo que corre,
turbio y torbellino, rumbo al mar. De ahí sale casi toda la leña para
los fogones de Barcelona. Son gente de aguas y pieles plagadas
de escamas, retadores de temporales, que decidieron sembrarse
alrededor del enjambre de palos, que da el nombre a Palotal, a la
izquierda yendo a La Boca.
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