Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
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una pavita. Justo a las doce, a una cuarta de sus orejas lo aturdió el<br />
impacto de una mano derecha empuñada, excepto el dedo índice<br />
apuntando contra la izquierda que se abre para ensamblarse en diez<br />
dedos amalgamados, que en el gestual mundo de los hurgadores de<br />
riqueza ajena, significa: ¡Toma tu tomate, José mapuey! ¡Sin duda<br />
una negación egoísta y acentuadamente procaz! ¡Adiós pico, pala,<br />
detector geisler, péndulo, rama de granado y por supuesto, adiós,<br />
Paulito! En el manglar lo encontraron a los dos días…<br />
Esta vez puso el huevo dentro <strong>del</strong> vaso, al cual pregunta si el tesoro<br />
<strong>del</strong> vasco le correspondería a él desenterrarlo. Se comía las uñas, se<br />
mordía los labios; a escasos minutos de la una de la mañana, cuando<br />
sus ojos se fueron volviendo de pulpo, exageradamente desorbitados,<br />
con una mirada helicoidal y concéntrica, algo así como dopado<br />
de auto-hipnosis, fueron reclamando la preciada respuesta. Poco a<br />
poco la clara fue adquiriendo la forma de dos manos que luego de<br />
aproximarse despacio, se estrellaron bruscamente, una contra otra,<br />
de tal manera que el impacto agitó el líquido, le salpicó la cara y al<br />
bailar el vaso, derramó agua sobre la mesa. En miniatura le repitieron<br />
la dosis, con la diferencia de que esta vez se le hizo plomo la<br />
lengua. Lo sacó de la impresión María, la trinitaria, santiguándolo,<br />
con una ramita de albahaca y agua bendita.<br />
Tampoco fue pródiga la respuesta de San Juan a Francisca Paula,<br />
la negra María e Isidora. ¡Nada! Ningún velo, la yema debajo de la<br />
clara; ni cruce de sables, ni pajes levantando el largo velo, ni miradas<br />
lateralizadas, observando con sádico placer a las damas en<br />
sala de espera, y a la par de decir, con la vanidad apuntando sobre<br />
la alfombra, “¡qué se mueran de envidia, ja, ja, ja!”. Vieron, sí, según<br />
las figuras que fueron tomando las claras, banderas, explosiones,<br />
aviones, llamas, fusiles.<br />
Las caricias a la hierba buena y la vela de toda una noche, no fueron<br />
suficiente. Percibieron el olor de la planta más allá de lo normal;<br />
sólo eso. Del color de la flor de la hierba buena se teñirá el ánimo<br />
de Barcelona…<br />
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