Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

doce exponen los elementos adivinatorios al sereno y a media noche
concurrirán ansiosamente a observar detenidamente las figuras que
va adquiriendo el contenido del huevo. Si la yema queda encima de la
clara —según María la trinitaria— el año que transcurrirá a partir de
la Noche de San Juan, será fructífero y pródigo en bondades; si ocurre
lo contrario —que la yema quede por debajo de la clara— habrá que
bañarse con cariaquito morao. Si la clara adquiere la forma de un velo
de novia —que es lo que piden a grito reprimido Francisca Paula e
Isidora— es indicador de pronto matrimonio. Se habrá salvado la patria
y se le encontraría medicina al dengue uterino que padecen estas
dos aspirantes a vestir santos. Más grato aún es el anuncio si arriba
del velo apareciesen partículas albúminas, que por su semejanza con
granos de arroz, preconizan abundancia y fortuna —segunda y grande
preocupación de las consultantes—. Al ardor devorador que les embarga
suman, a la febril imaginación la gala de una boda, el rigor de
una marcial ceremonia donde crucen sables; se lance de espaldas el
awar a una manada sedienta, dispuesta a apoderarse del manojo floral
a como dé lugar, sahumando azufre por la nariz y oídos, engrosando
el resuello y sometiendo a extenuante y permanente sobretiempo a
las glándulas de Bartolinni.
Aseguran en el solar que Paulo Pericaguán, inducido por la codicia
a desenterrar botijuelas, una noche de San Juan, fue solo a las inmediaciones
de la Aduana del Rincón a sacar el tesoro del vasco,
un soldado español de los tiempos de la devastación que, según
dicen, enterró un cuantioso caudal de riquezas en los alrededores de
lo que fue la casa de la compañía guipuzcoana, para impedir que el
pirata Walter Raleih se apoderara de esa fortuna. En la vía hacia El
Arenal, a alguno de los que andan por esa ruta, a partir de las tres
de la tarde, se le ha aparecido el ánima barbada de quien aseguran
fue un feroz desalmado que, más que por custodiar un tesoro purga
sus penas por las incontables crueldades que en vida cometió.
Llevó pico, chícura, pala, detector geisler, péndulo y la vara del
tronco de granado. Han sido varias las veces que ha intentado.
Esta vez será la excepción; no fallará. A las once y media le cantó
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