15.05.2013 Views

Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

La bestia de agua<br />

Desde el Ojo <strong>del</strong> Morro la manada de chivos se arrodilla berreando,<br />

y refrenda la bendición que imparte Nicomedes, con el sombrero<br />

deshebrado, longevo como él, al Virgen <strong>del</strong> Valle 11 y sus ocupantes,<br />

lentamente, con el gesto herido por el desacato. La Borracha tiembla<br />

y los chivos, rodilla en tierra, perciben la rebelión de los elementos<br />

y presagian crujir de vientos y tiempos; de espinos y oréganos.<br />

Se va empequeñeciendo el peñero y la estela de espumas se va<br />

extendiendo y haciendo más <strong>del</strong>gada hasta convertirse en un hilo<br />

que sostiene el arco <strong>del</strong> horizonte.<br />

“¡Catalana!”, dictaminó Nicomedes. A una milla más o menos de<br />

La Borracha, al noroeste, al momento de lanzar los palambres, se<br />

observa la luz amarilla de una salva lanzada por un guarda-costas,<br />

que dice a los pescadores: “¡huracán cerca; a tierra!”. Pedro López<br />

inquirió con su infante forma de hablar, sin más palabras que sus<br />

mejillas encogidas, los pocos dientes maquillados con mascaduras<br />

de tabaco y su parda sonrisa, a lo que la voz militar de Cipriano<br />

ripostó: “Esa vaina pasa; todo pasa”. Jesús Millán acostumbrado a<br />

arriesgar la vida atrapando caimanes vivos en la proximidad de La<br />

Boca, incrusta la mirada en la tez <strong>del</strong> océano, pues se trata esta vez<br />

de maniatar a la descomunal bestia de agua que se aproxima. Con<br />

actitud resuelta, no se inmuta.<br />

A medida que suben los palambres desde unas cien brazadas de<br />

profundidad, el agua va hinchando su lomo y las cenizas de la tarde<br />

tiñen el inmenso mar amenazadoramente. La pelambre marina se va<br />

jorobando poco a poco. El interior responde a Cipriano en términos<br />

preocupantes: “tenía razón el compai, carajo”. Comienza a quejarse<br />

el peñero cuando, repentinamente, Cipriano suelta el palambre,<br />

toma un pequeño machete y corta cada uno de los nylon de sus<br />

compañeros y el suyo; <strong>del</strong> mismo modo, la cabuya <strong>del</strong> ancla y ordena<br />

a Pedro López aflojar los ganchos <strong>del</strong> motor, al mismo tiempo que<br />

39

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!