15.05.2013 Views

Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Cipriano, de sol y sal<br />

El 17 bajó la guardia la incógnita y se le ocurre ir de pesca bien<br />

temprano, con Pedro López a Las Bateas. Mientras corta las ramas<br />

de mangle para hacer las varas encima de las cuales colocará los<br />

nylons, mira que la luz baña la sonrisa a prueba de sol de Pedro;<br />

el rayo parecía un perro cuya pelambre amarillenta lamía la inexplicable<br />

alegría y la duplicaba, a medida que se hacía más intenso.<br />

Luego de clavar las estacas y lanzar los anzuelos, su boca eructó un<br />

crujir, el pesar le mo<strong>del</strong>ó el semblante y apretó los párpados suficientemente,<br />

tanto que, en esa introspectiva oscuridad, vio los dos<br />

botones bajo el sombrero <strong>del</strong> margariteño, junto a sus palabras. Al<br />

encenderse de nuevo la mirada, se da cuenta de la estela de sangre<br />

que tiñe el agua. Sale y se sienta; oprime, imaginando en la herida<br />

lo que él recomienda ante situaciones parecidas: aplicar sal, cal,<br />

arena y limón. Esa desesperante pócima, útil para obviar un dolor<br />

leve, también le sirvió para aminorar el suyo. Al verlo sentado en la<br />

arena con el pie sangrante, Pedro acude a auxiliarlo, y el semblante,<br />

con la alegría a prueba de sangre, asienta, cuando el dolor intenso,<br />

en la voz de Cipriano, le dice: “Coño, compai, me mancó una raya”.<br />

Él sonriente, alcanzó a responder, amalgamando el silencio plácido,<br />

el lenguaje de los ojos y la expresión facial, algo que el doliente<br />

supuso que era: “y es grande, compai”· Tenía la planta desflorada…<br />

Cojeando llegaron a Barcelona. Hasta su casa materna pudo llegar;<br />

apenas en la sala, se ennegrecieron las blancas paredes y aún más<br />

el rostro de Marcolina, su madre, y al calor de la insolación le sobrevino<br />

repentinamente la madrugada en su piel. Diéronle a tomar<br />

cocimiento de canela y clavo de olor y luego le aplicaron aceite de<br />

palo con hojas secas tibias de tabaco para evitar el tétano y el frío<br />

de la herida, y para el dolor, un trozo de palo de Tacarigua, para que,<br />

al morderlo, no se le quiebre la voz.<br />

En menos de una hora llegó Pedro López con Paula Guerra, un búho<br />

55

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!