Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

¡Madonna mia!
Rescatan a los sicilianos, no sin antes ordenarles a dos de ellos,
se despojen del pantalón, por razones obvias, con tan mala suerte
para Doménico a quien un bagre de regular tamaño, procurando
consumir lo que guarda el italiano entre la piel y la tela y cuyo amarillo
intestinal agrede la limpidez de las aguas, lo manca dos veces.
Cuando lo subieron a uno de los botes, se dieron cuenta de que
guindaba el pez en la nalga. El enorme susto le suprimió el dolor de
las punzadas y el de los palos que le dieron, en el afán de ayudarlo
apresuradamente a retirar el bagre. Al llegar a la playa, a los que
alimentaron los bagres les buscaron ropa. Doménico, alojando el
susto en el dolor, llorosamente se queja: “Madonna mia, madonna
mia!”, mientras Paula Guerra, evitando ser vista en el momento de
aplicar la medicina que acostumbra utilizar en situaciones semejantes,
lleva al italiano detrás de un tupido follaje de mangles.
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