Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui
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quedaron en algún lugar <strong>del</strong> extenso canal. El pescador se quitó su<br />
viejo y deteriorado pantalón y se lo entregó a Mata; no le quedaba<br />
si no mostrar al sonriente quaker estampado en su ropa interior.<br />
Mucho más se alejó Anastasio cuando se dio cuenta que una patrulla<br />
de soldados, ya rendida la sublevación, se aproxima a la capilla de los<br />
coléricos. No distingue entre revolucionarios y afectos al gobierno;<br />
entre ambos opta por la sombra casi impenetrable de guamaches<br />
y olivos, cerca de la Aduana <strong>del</strong> Rincón. Ahí se acurruca. Se debate<br />
entre el plomo de fusiles y la mordedura de un cascabel. Prefiere<br />
el segundo. Escuchó el vaciar de un peine y la costura eléctrica de<br />
los proyectiles punzando vida. Siguiendo las huellas en la arena,<br />
el secretario y la patrulla registran matorrales, vía la Aduana <strong>del</strong><br />
Rincón, en busca <strong>del</strong> chofer; extrañamente no lo llaman si no que<br />
lo buscan en actitud de cacería, con sigilo, rastreando.<br />
Intentó infructuosamente el secretario general no dejar indicios<br />
acerca de cómo salvó su vida. Imagínense tamaña raya, descomunal<br />
afrenta; una forma así de supervivencia, un bochorno de ese diámetro<br />
colige demasiado con una no menor ambición política.<br />
Haberse escapado a través <strong>del</strong> extenso canal, fue el aval que lo llevó<br />
más a<strong>del</strong>ante al cen. Por razones obvias y por generación espontánea,<br />
con el tiempo le volvió a salir bora sobre su cabeza.<br />
Tejada, su compadre, por el contrario, expuesto a que lo devorara<br />
un caimán, sobre un tronco atravesó el río; al menos se bañó. Ahí lo<br />
recogieron unos pescadores, que le prestaron ropa y casi cubierto,<br />
lo acompañaron hasta Portugal abajo, donde residía una de sus<br />
hermanas. El parte militar lo incluía entre las víctimas. Pudieron<br />
haber especificado: Sólo le asesinaron la creencia en la condición<br />
humana y la mitad <strong>del</strong> sonido, puesto que la pasantía por el colector<br />
de cloacas le dejó una infección en el oído, a través <strong>del</strong> cual no hubo<br />
más audición y de la cual murió. Vivió escondido, a consecuencia<br />
<strong>del</strong> fraterno vínculo, durante unos diez años.<br />
Luego de eructar aquella atosigante verdad, guardada durante tanto<br />
tiempo, se quedó contemplando el tizón redondo a punto de ser<br />
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