Descargar PDF - Fondo Editorial del Caribe / Anzoátegui

La noche de San Juan
La mañana del 24 no los puso frente a frente. Otras rayas le desflorarían
el alma, con todo y que había pasado bien la noche.
La de esta fecha, es noche mágica, de consultas naturales, ancestralmente
antiquísimas, de leyendas, premoniciones y asombros,
revelaciones; de insondables interrogantes, tesoros y verdades que
desentrañar. De búsquedas desesperadas del bienestar. San Juan
es un misterio que parte el año en dos pedazos iguales. Solsticio
de verano se escribe con “S” de San Juan, la mitad de la traslación
terrestre alrededor del sol.
Esa noche Pablo Cueche puso sobre una tabla doce pequeños platos
de peltre que contenían, cada uno, un grano de sal de regular tamaño.
En el lugar donde se colocaron los platos escribió la designación
de cada mes y luego la colocó al sereno. Los pescadores lo hacen a
menudo una noche como ésta —mientras no esté lloviendo— para
saber cuáles serán los meses de sequía y lluvia. Dice el anciano que
agua que se mece, más agua que cae, es el dúo que emplean los mar
de levas para gritar huracanamente sus aterrantes alaridos.
Ofelia y Cándida optaron por esperar la menuda flor de la hierba
buena; a quien dé la planta su floración lila y minúscula, se llenará
de felicidad, el dinero le sonreirá por todas partes, ganará más a
menudo en la lotería de animalitos y tendrá un matrimonio dichoso,
“cuyo marido —Cipriano completaba con su morbo pescador— lance
no hit no run, como el zurdo Martínez y dé el jonrón con tres en
base como La Manca López”. Se refería a la conyugal, la dicha de
las dichas, a la cultura copular…
Francisca Paula, la trinitaria María Skinner e Isidora, en cambio, colocaron
cada una, dentro de un vaso de vidrio transparente, lleno con
agua, un huevo criollo, que partieron reverentemente, con mucha
delicadeza, procurando que la yema no se rompiese. Antes de las
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