HANNAH ARENDT - Prisa Revistas
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LA ESFERA PÚBLICA<br />
DEL ANTIGUO RÉGIMEN<br />
2. El estado y la Ilustración*<br />
lo largo de los tres siglos del antiguo<br />
régimen español encontramos profundas<br />
continuidades en el carácter<br />
de su estado y su esfera pública, pero también<br />
discontinuidades significativas. El<br />
cambio de siglo en torno a 1700 trajo consigo<br />
un cambio de dinastía y una drástica<br />
redefinición del estado. Mientras los elementos<br />
esenciales del estado teleocrático<br />
permanecían incuestionados1 , se produjo<br />
entonces un nuevo robustecimiento de la<br />
autoridad real y una secularización parcial<br />
del estado y de la sociedad, y se intentó definir<br />
los objetivos estatales de manera más<br />
realista, aunque no menos exigente. Los<br />
Borbones llegaron a España con una<br />
mentalidad de gobernantes absolutos muy<br />
poco interesados en mantener una tradición<br />
constitucional. La suya era una<br />
tradición monárquica para la cual los pays<br />
d’ordres dotados de un marco constitucional<br />
propio, los estados generales y los parlamentos<br />
judiciales eran otros tantos obstáculos<br />
institucionales opuestos a su proyecto<br />
de monarquía absoluta (Venturi, 1971), el<br />
cual comprendía un aumento de su autoridad<br />
discrecional, la centralización administrativa<br />
y una mayor uniformidad territorial,<br />
y venían dispuestos a eliminar esos obstáculos.<br />
Era también una monarquía definida<br />
por un proyecto de regalismo ambicioso y<br />
sistemático, que utilizaba a la iglesia como<br />
instrumento de su voluntad política.<br />
El triunfo de esa tradición francesa sobre<br />
la tradición española de los Austrias2 A<br />
,<br />
de Richelieu sobre Olivares (y sobre el<br />
partido español o devoto en la política<br />
* La primera parte de este artículo fue publicada<br />
en el número 91 de CLAVES DE LA RAZÓN<br />
PRÁCTICA con el subtítulo El siglo de oro.<br />
1 Sobre este concepto de ‘estado teleocrático’<br />
véase la primera parte de este ensayo, publicado en<br />
CLAVES DE LA RAZÓN PRÁCTICA.<br />
2 En realidad, la monarquía española estaba más<br />
en la tradición de las monarquías europeas, como observó<br />
Leibniz (Frèmont, 1996).<br />
VÍCTOR PÉREZ-DÍAZ<br />
francesa) (Wollenberg, 1985) y de Luis<br />
XIV sobre Carlos II culminó con la subida<br />
de un Borbón al trono de España. La<br />
prueba suprema, por así decirlo, de la política<br />
de una dinastía, la de su supervivencia<br />
o su reemplazo por otra, pareció confirmar<br />
lo bien fundado de la visión política<br />
de Francia. En esas circunstancias, los<br />
Borbones españoles creyeron que la enseñanza<br />
que había que extraer de la decadencia<br />
del poderío español era la del fracaso<br />
de la tradición política de los Habsburgo,<br />
no por haber debilitado gradualmente<br />
la tradición constitucional anterior, sino<br />
por no haber llegado a destruirla del todo;<br />
por no haber sido lo bastante absoluta y<br />
no haber reforzado lo suficiente la presencia<br />
de un estado centralizado.<br />
Los Borbones procedieron en pos de<br />
ese objetivo con aplicación continua y sistemática<br />
3 . Aprovecharon la Guerra de Sucesión<br />
(1700-1714) para liquidar el régimen<br />
constitucional de los reinos de Aragón. No<br />
convocaron a las Cortes durante todo un<br />
siglo, salvo en unas cuantas ocasiones ceremoniales<br />
(aunque la memoria de las Cortes<br />
pervivió en la imaginación colectiva: [Castellano,<br />
1990]). Se beneficiaron de la falta<br />
de parlamentos judiciales, o de un cuerpo<br />
profesional de legistas, que hubieran podido,<br />
como en Francia, impugnar su autoridad<br />
o apoyar la tradición constitucional.<br />
Invirtieron el proceso de transferencia de<br />
poderes a las autoridades locales y reforzaron<br />
la presencia de intendentes reales en las<br />
provincias, aunque el alcance efectivo de<br />
esas medidas fue limitado (Lynch, 1989).<br />
En un plano más general, conservaron la<br />
sociedad estamental y dejaron intacta la estructura<br />
básica de los municipios.<br />
3 Más que a la determinación de los reyes, cuyos<br />
desarreglos mentales y emocionales, al menos los del<br />
primer medio siglo, son bien conocidos, se debió esto<br />
a los sucesivos ministros que les sirvieron durante largo<br />
tiempo.<br />
Complemento de su política de control<br />
sociopolítico fue su política eclesiástica.<br />
Sin la presencia engorrosa de una oposición<br />
jansenista apreciable (Sánchez-Blanco,<br />
1991: 306 y sigs.) ni enclaves<br />
protestantes como había en Francia, los<br />
Borbones españoles llevaron mucho más<br />
adelante el sometimiento de la iglesia nacional<br />
al estado cuando en 1767 expulsaron<br />
a los jesuitas (siempre sospechosos de<br />
encontrar buenas razones o excusas para<br />
no someterse del todo a la autoridad secular),<br />
con la mira puesta en convertir a la<br />
mayor parte del clero en una especie de<br />
funcionariado. Mantuvieron la Inquisición,<br />
con entusiasmo menguante, como<br />
instrumento de control o intimidación, según<br />
se había de evidenciar particularmente<br />
al final del siglo, en los intentos de combatir<br />
la propaganda de la Revolución Francesa<br />
(Caro Baroja, 1968; Sarrailh, 1957). En<br />
cuanto al sistema de universidades públicas,<br />
y dado que el objetivo prioritario no<br />
era crear nuevas instituciones culturales sino<br />
controlar las ya existentes, hubo algunos<br />
intentos de reforma por obra de funcionarios<br />
como Pedro Rodríguez de Campomanes,<br />
Pablo de Olavide y otros, pero la<br />
acción efectiva de los reyes en ese terreno<br />
fue escasa.<br />
A imitación de la monarquía administrativa<br />
de sus parientes franceses, los<br />
Borbones españoles quisieron impulsar el<br />
crecimiento económico para ensanchar<br />
así su base fiscal y poder costear los gastos<br />
de un ejército y una flota al servicio de su<br />
política imperial. Pero sus intervenciones<br />
fueron irregulares y poco eficaces, aunque<br />
algunos de sus últimos planes de reforma<br />
les muestran receptivos a las ideas de libertad<br />
económica limitada que iban a espolear<br />
la imaginación de generaciones futuras.<br />
Se vieron favorecidos, no obstante,<br />
por la evolución espontánea de la economía<br />
y los incrementos de la población y<br />
de la producción agrícolas registrados des-<br />
12 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 92