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HANNAH ARENDT - Prisa Revistas

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LA NOVELA FEMENIL Y SUS LECTRICES<br />

nés de los años noventa siente<br />

un especial interés (sociológico,<br />

si se quiere, y tanto menos exclusivo<br />

cuanto más culto sea el<br />

lector en cuestión) por la literatura<br />

barcelonesa de los años noventa.<br />

Por otra parte, la literatura<br />

escrita por mujeres y centrada<br />

en personajes femeninos, como<br />

la literatura barcelonesa de los<br />

años noventa, puede ser buena,<br />

mala o regular: incluye desde<br />

Corín Tellado hasta Ana María<br />

Matute, Mercè Rodoreda o Colette.<br />

El cortocircuito se produce<br />

cuando se confunde lo sociológico<br />

con lo estético: cuando<br />

se formula una crítica que en lugar<br />

de fundamentarse en razonamientos<br />

estéticos y dirigirse<br />

contra una obra en particular<br />

(crítica perfectamente legítima),<br />

ataca a tal obra o a su autora en<br />

tanto que representante de su<br />

sexo. En otras palabras, cuando<br />

se da a entender que una obra literaria<br />

es mala porque es de, sobre<br />

o para mujeres. Lo cual, a<br />

fin de cuentas, no es sino una<br />

muestra más –aunque no parece<br />

que nuestros críticos se hayan<br />

percatado de ello– de una tradición<br />

que se remonta por lo menos<br />

a la antigüedad clásica (Juvenal...)<br />

y llega, ay, hasta Roberto<br />

Arlt o Albert Cohen: la de<br />

descalificar o ridiculizar a las<br />

mujeres que escriben o que hacen<br />

uso, en general, de la palabra<br />

pública.<br />

Corazón de ‘maruja’<br />

Podría quizá alguna lectora o<br />

escritora ingenua creer que todo<br />

esto no va con ella; que una<br />

formación universitaria, unos<br />

cuantos cientos de libros leídos,<br />

o, en el caso de la escritora, una<br />

amplia obra, cierto número de<br />

tesis sobre la misma, unos<br />

cuantos premios literarios… la<br />

salvan de la quema. Eso sería<br />

conocer muy mal a los señores<br />

críticos españoles. Basta, en<br />

efecto, echar un vistazo a sus<br />

artículos para comprobar que a<br />

los ojos de los mandarines culturales<br />

de nuestro país toda<br />

mujer que lee, y no digamos<br />

que escribe, es algo así como<br />

los cristianos nuevos a los ojos<br />

de los inquisidores: sospechosa<br />

a priori.<br />

Sepan, pues, todas esas marisabidillas<br />

que:<br />

a) Si alguna vez, debido a la<br />

graciosa y libérrima clemencia<br />

de los señores críticos, y sin que<br />

siente precedente, se le concede<br />

a alguna la absolución, se está<br />

haciendo con ella una excepción<br />

que el crítico aprovecha<br />

para confirmar la consabida regla:<br />

“Hijas de la noche en llamas (...)<br />

constituye un bello soplo de aire fresco<br />

en el panorama actual de nuestra narrativa<br />

escrita por mujeres, más bien<br />

tendente en los últimos años a balancearse<br />

por igual entre cutreces y mojigaterías,<br />

o a caer en feminismos de cuño<br />

añejo o falsos intimismos propios de<br />

internados para señoritas.” 13 .<br />

b) No confundan la absolución,<br />

cuando un crítico tiene a<br />

bien concedérsela, con una patente<br />

de corso, pues si algunas<br />

escritoras consiguen a veces, elevándose<br />

por encima de su sexo,<br />

alcanzar la categoría de “escritores”,<br />

el corazón de maruja que<br />

toda mujer, así sea doctora, lleva<br />

dentro la arrastrará fatalmente al<br />

cieno:<br />

“… la novela femenil (…) en la<br />

que decaen hasta escritores de verdad”<br />

14 .<br />

c) Y de todas maneras, ¿a qué<br />

viene ese insensato furor de intentar<br />

crear personajes femeninos<br />

de fuste, en novelas que a fin de<br />

cuentas sólo leerán mujeres? Sería<br />

echar margaritas a los cerdos y,<br />

además, llover sobre mojado,<br />

pues los novelistas varones (competidores,<br />

cabe suponer a contrario<br />

sensu, por el trono masculino<br />

de la novela difícil e indigesta) ya<br />

dijeron hace un siglo todo lo que<br />

vale la pena decir sobre mujeres:<br />

“Mujeres y hombres compiten en<br />

la actualidad por el trono femenino de<br />

la novela fácil y digestiva que propor-<br />

13 Reseña sin firma de la novela de<br />

Irene Gracia Hijas de la noche en llamas, en<br />

Leer, número 101, primavera de 1999.<br />

(Es lo que Roberta Quance, en el artículo<br />

citado, nota 2, ha llamado “alabar denostando”<br />

y de lo que suministra numerosos<br />

ejemplos).<br />

14 Véase nota 1.<br />

ciona pingües beneficios, pero en ningún<br />

caso han creado ni crearán heroínas<br />

inolvidables como las de los novelistas<br />

del siglo XIX” 15 .<br />

Con todo respeto a aquellas<br />

de mis colegas escritoras que niegan<br />

cualquier especifidad en la<br />

literatura debida a mujeres, ¿no<br />

creen que pueden estar influidas,<br />

aunque sea inconscientemente,<br />

por esta actitud de buena parte<br />

de la crítica (la cual, dicho sea de<br />

paso, es ejercida muy mayoritariamente<br />

por varones 16 )? En<br />

otras palabras ¿han oído ustedes<br />

hablar alguna vez de un curioso<br />

fenómeno psicológico conocido<br />

como síndrome de Estocolmo?<br />

Entren, señores, al callejón<br />

del Gato<br />

Concluyo ya: si una imagen vale<br />

más que mil palabras, creo<br />

que hay una que será, para<br />

nuestros críticos, más elocuente<br />

que cualquier catilinaria: a saber,<br />

su propia imagen en un espejo<br />

que el simple cambio de<br />

un término por otro (de una<br />

víctima por otra, menos habitual<br />

y cómoda) convierte en deformante.<br />

Tomemos por ejemplo<br />

(cf. supra):<br />

“Sentimentalismo y cursilería. Existe<br />

un tipo de novela, normalmente escrito<br />

por mujeres, que habla de sentimientos<br />

a flor de piel y vive en los espacios<br />

donde las emociones constituyen<br />

el único eje en el que se sustenta la narración…”.<br />

Y supongamos:<br />

“Exhibicionismo y pedantería. Existe<br />

un tipo de autobiografía, normalmente<br />

escrito por varones, que habla de<br />

proezas a flor de piel y vive en los espacios<br />

donde las presuntas hazañas políticas,<br />

sexuales e intelectuales del autor<br />

constituyen el único eje en el que se<br />

15 R. Acín, ‘La biblioteca del mañana’,<br />

en Leer, número de verano de 1996.<br />

16 En una semana tomada al azar, la<br />

proporción de artículos de crítica literaria<br />

firmados por varones/por mujeres en los<br />

principales suplementos es la siguiente: en<br />

La Vanguardia de 11 de diciembre de<br />

1998 es de 6 a 2; en Abc (10-12-1998), de<br />

15 a 6; en El País (12-12-1998), de 14 a 1;<br />

en El Mundo (12-12-1998), también de<br />

14 a 1; en Revista de libros y Qué leer de ese<br />

mismo mes, de 25 a 2 y de 8 a 2, respectivamente.<br />

En total, 82 frente a 14.<br />

sustenta la narración…”.<br />

O bien:<br />

“Waltraud Anna Mitgusch sabe escribir,<br />

pero su prosa bordea siempre la<br />

línea semiborrada que separa la buena<br />

literatura de lo que suele llamarse ‘literatura<br />

de mujeres’. Si llegara a controlar<br />

sus efusiones y delirios, sus largas tiradas<br />

poéticas, podría escribir cualquier día<br />

una gran novela”.<br />

E imaginemos:<br />

“Gabriel García Márquez sabe escribir,<br />

pero su prosa bordea siempre la<br />

línea semiborrada que separa la buena<br />

literatura de lo que suele llamarse ‘literatura<br />

de sudacas’. Si llegara a controlar<br />

sus efusiones y delirios, su calenturienta<br />

confusión de lo real con lo mágico,<br />

podría escribir cualquier día una gran<br />

novela”.<br />

Tomemos por último:<br />

“… el perfil de novela que dicen<br />

gusta en sociedad, sobre todo en el ámbito<br />

femenino –las damas leen más–,<br />

según el cual el relato ha de ser delicado,<br />

con encaje, intimismo, sentimiento,<br />

cursilería, mucho atardecer, lluvia tras<br />

los cristales y una depresión de caballo<br />

(…). Como si la literatura fuera un bálsamo<br />

o plumero para quitar el polvo a<br />

las marujas de la clase media”.<br />

Y fantaseemos:<br />

“… el perfil de novela que dicen<br />

gusta en sociedad, sobre todo en el ámbito<br />

obrero –los proletarios leen más–,<br />

según el cual el relato ha de ser fortachón,<br />

con mucho torno, cadena de<br />

montaje, palabrotas, conciencia de clase<br />

y bocadillo de chorizo. Como si la literatura<br />

fuera un bálsamo o plumero<br />

para quitar el polvo a los obreretes”.<br />

Que ustedes lo pasen bien,<br />

señores. n<br />

Laura Freixas es escritora y crítica literaria.<br />

Su última obra publicada es la novela<br />

Entre amigas .<br />

80 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 92

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