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HANNAH ARENDT - Prisa Revistas

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¡SALUD,<br />

VIRTUOSOS REPUBLICANOS!<br />

Para Alberto Relancio Menéndez<br />

n Las razones del republicanismo1 ,<br />

Salvador Giner ha sumado su sugerente<br />

y bien modulada voz al coro<br />

cada vez más numeroso que, sobre todo<br />

desde medios académicos, entona las presuntas<br />

excelencias del republicanismo. El<br />

republicanismo es una filosofía política<br />

venerable: “Deriva de la filosofía moral<br />

romana”, nos informa Quentin Skinner,<br />

“y especialmente de aquellos autores que<br />

reservaron su mayor admiración para la<br />

condenada república: Tito Livio, Salustio<br />

y, particularmente, Cicerón” 2 E<br />

. Ha tenido<br />

luego cultivadores brillantísimos: Maquiavelo<br />

(nada menos), Montesquieu,<br />

Rousseau, el Tocqueville de La democracia<br />

en América… No obstante este pasado<br />

glorioso, arrastraba en este siglo una existencia<br />

más bien mortecina, hasta que ha<br />

conocido un nuevo e inopinado rebrote,<br />

en especial en ciertos departamentos de<br />

Humanidades y Teoría Política de algunas<br />

universidades anglosajonas. Este reverdecimiento<br />

es, por tanto y ante todo, una<br />

vicisitud intelectual y que tiene a los intelectuales<br />

como sus principales valedores.<br />

No es un fenómeno de masas: de hecho,<br />

uno de los puntos que me dispongo a defender<br />

con más ahínco es que la masificación<br />

de nuestras sociedades es uno de los<br />

más acerbos enemigos del republicanismo<br />

cuando éste es presentado como una forma<br />

alternativa y superior de poner en<br />

práctica la democracia.<br />

En realidad, Giner se muestra bastante<br />

ambiguo (o inseguro) a lo largo de to-<br />

1 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA, núm. 81,<br />

págs. 2-13, abril de 1998.<br />

2 Skinner, Q.: ‘Acerca de la justicia, el bien común<br />

y la prioridad de la libertad’, La política, 1, págs. 137-<br />

149, pág. 142, 1996.<br />

JUAN ANTONIO RIVERA<br />

do su artículo sobre la relevancia que hay<br />

que otorgar al republicanismo: en ciertos<br />

momentos, afirma de él que “no es en absoluto<br />

un programa político” y lo describe<br />

como “esencialmente modesto”<br />

(pág. 12). Pero en otros momentos lo<br />

presenta como una mezcla de lo mejor<br />

del liberalismo y del comunitarismo. Del<br />

liberalismo tomaría “el marco procedimental<br />

y de derechos civiles”; del comunitarismo,<br />

“los mutuos reconocimientos y<br />

respetos entre seres y agrupaciones distintas”<br />

(pág. 11) 3 . A todo lo cual añadiría<br />

excelencias de cosecha propia; señaladamente,<br />

el fomento de las virtudes cívicas<br />

y de una participación más activa de los<br />

ciudadanos en la arena pública. Suena<br />

bien, ¿no es cierto? Pero desde luego esto<br />

último dista ya de ser algo “esencialmente<br />

modesto”. Más bien se trata de una ambición<br />

esencial, superlativamente inmodesta,<br />

cuya viabilidad en el mundo en que<br />

vivimos y en el que se nos avecina es lo<br />

que me propongo discutir precisamente.<br />

Republicanismo clásico<br />

y humanismo cívico<br />

La versión más temperada del republicanismo<br />

es el republicanismo clásico, en el<br />

que se estimula a la ciudadanía a involucrarse<br />

de modo más firme y constante en<br />

la vida pública como medio o instrumento<br />

para mejor preservar sus derechos y libertades<br />

básicos; dándose por sobreentendido<br />

que el retraimiento individualista al<br />

espacio privado acabaría dejando a los<br />

ciudadanos antes o después a merced de<br />

gobernantes inescrupulosos que echarían<br />

3 Otro autor que ha tratado de encontrar acomodo<br />

al republicanismo entre el liberalismo y el comunitarismo<br />

es Félix Ovejero en sus muy interesantes ensayos<br />

‘Tres ciudadanos y el bienestar’, La política, 3,<br />

págs. 93-116, 1997, y ‘Teorías de la democracia y<br />

fundamentaciones de la democracia’, Doxa, 19, págs.<br />

309-355, 1996.<br />

a perder sus garantías constitucionales,<br />

tan arduamente alcanzadas.<br />

El humanismo cívico 4 , la versión más<br />

imperiosa del republicanismo, es un vástago<br />

de la filosofía moral y política de<br />

Aristóteles, para quien la gestión directa y<br />

sin intermediarios por los ciudadanos de<br />

los asuntos públicos no es tanto un instrumento<br />

para dejar a buen recaudo sus<br />

libertades, sino más bien el componente<br />

crucial e inerradicable de cualquier concepción<br />

de la vida buena. Como comenta<br />

Rawls, el humanismo cívico devuelve su<br />

puesto de privilegio a lo que Benjamin<br />

Constant llamaba “la libertad de los antiguos”,<br />

y tiene todos los defectos de esa<br />

concepción.<br />

Hoy tendemos a pensar que la dedicación<br />

a la esfera pública es un estilo de<br />

vida más entre otros. Creer que ha de formar<br />

parte necesariamente de toda forma<br />

de vida o que no hay forma de vida deseable<br />

sin este componente, como ásperamente<br />

sugieren los humanistas cívicos, es<br />

ignorar la diversidad de modos de afrontar<br />

la existencia que cohabitan en una sociedad<br />

abierta. Es lo cierto, además, que a<br />

la mayor parte de los ciudadanos les interesa<br />

sólo muy periféricamente la escena<br />

pública: prefieren la libertad de los modernos,<br />

ocuparse de sus negocios privados.<br />

No hay razón de suficiente peso en la mayoría<br />

de los casos, como trataré de mostrar<br />

en breve, para que nadie alarme a sus<br />

conciudadanos con las funestas consecuencias<br />

que se seguirán sin falta de su<br />

dejadez política.<br />

4 La denominación es de Charles Taylor y la caracterización<br />

que de él ofrezco (así como la que he ofrecido<br />

del republicanismo clásico) la tomo de John<br />

Rawls, Political Liberalism, págs. 205-206. Columbia<br />

University Press, Nueva York, 1993. Deseo aclarar<br />

que, para Rawls, que se desmarca del republicanismo,<br />

la participación política puede tener, sin embargo, un<br />

valor intrínseco.<br />

22 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 92

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