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HANNAH ARENDT - Prisa Revistas

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Tengo la absoluta certeza de que, hoy<br />

día, ningún tipo de intervención territorial,<br />

ya sea en espacios rurales o<br />

en espacios urbanos, puede abordarse seriamente,<br />

en profundidad, sin tener en<br />

cuenta el fenómeno de la identidad o,<br />

mejor dicho, de la creación de identidad,<br />

de identidad territorial, en nuestro caso.<br />

Es en este sentido en el que utilizo la expresión<br />

“retorno al lugar”, para expresar,<br />

desde un punto de vista metafórico, la<br />

creciente importancia que tiene en el<br />

mundo contemporáneo el lugar y su<br />

identidad. Veamos por qué ello es así, por<br />

qué las sociedades contemporáneas redescubren,<br />

reivindican, reinventan los lugares,<br />

muchos de los cuales eran ya presentes<br />

en las sociedades tradicionales.<br />

Hay que reconocer, de entrada, que<br />

este fenómeno se ve favorecido por la dinámica<br />

general de la economía, de la sociedad<br />

y de la cultura. Los diversos procesos<br />

de mundialización hoy existentes han<br />

desencadenado una interesante e inesperada<br />

tensión dialéctica entre lo global y lo<br />

local, que está en la base de este retorno al<br />

lugar que estamos comentando.<br />

Aunque con un cierto desfase cronológico,<br />

lo cierto es que dicha tensión dialéctica<br />

ha coincidido bastante con la transición<br />

del fordismo al posfordismo. Me<br />

explicaré. En el marco del capitalismo<br />

contemporáneo, el sistema fordista, caracterizado<br />

por la producción y el consumo<br />

en masa, por la estandarización del producto,<br />

por una especial forma de reproducción<br />

de la fuerza de trabajo, por una<br />

fuerte inversión en capital fijo y por el papel<br />

protector del Estado, entra en crisis a<br />

principios de la década de 1970 por la excesiva<br />

rigidez del sistema y por su incapacidad<br />

para adaptarse a las nuevas demandas<br />

sociales y culturales. Asistimos entonces<br />

a una excepcional reestructuración del<br />

sistema capitalista a escala mundial y entramos<br />

en una nueva etapa, denominada<br />

Nº 92 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

EL RETORNO AL LUGAR<br />

La creación de identidades territoriales<br />

JOAN NOGUÉ FONT<br />

posfordista, caracterizada por la acumulación<br />

flexible, el cambio tecnológico, la<br />

automatización, la búsqueda de nuevos<br />

productos y de nuevos mercados, la relocalización<br />

industrial, la movilidad geográfica,<br />

la fugacidad y carácter efímero de las<br />

modas y de los gustos, la flexibilidad laboral,<br />

la menor presencia del Estado, el<br />

desmantelamiento progresivo del Estado<br />

de bienestar y la acelerada internacionalización<br />

de los procesos económicos.<br />

A simple vista, parecería que lo que<br />

prima en el nuevo sistema es la desorganización.<br />

Nada más lejos de la realidad. El<br />

capitalismo no se desorganiza, sino todo<br />

lo contrario: se reorganiza a través de la<br />

movilidad y de la dispersión geográficas, a<br />

través de la flexibilidad de los mercados y<br />

de los procesos laborales, a través de la innovación<br />

tecnológica y a través de una<br />

nueva concepción del espacio y del tiempo.<br />

En efecto, como ha demostrado de<br />

una manera brillante el geógrafo David<br />

Harvey (1989), en la transición del fordismo<br />

al posfordismo el espacio y el tiempo<br />

se han comprimido, lo que ha provocado<br />

un impacto inicialmente desorientador<br />

en las prácticas políticas y económicas<br />

y en las relaciones sociales y culturales. La<br />

distancia es más relativa que nunca, lo<br />

que sitúa a los lugares, a priori, en una similar<br />

posición de salida. Cada vez más lugares<br />

pueden aspirar a convertirse en el<br />

destino de una planta industrial, de un<br />

centro comercial o, simplemente, de un<br />

turista. Más y más lugares se convierten,<br />

progresivamente, en potenciales candidatos<br />

a desarrollar muchas y variadas actividades.<br />

Lo realmente paradójico de todo este<br />

proceso que estamos comentando es que,<br />

aunque el espacio y el tiempo se hayan<br />

comprimido, las distancias se hayan relativizado<br />

y las barreras espaciales se hayan<br />

suavizado, el espacio –o más específicamente<br />

el territorio– no sólo no ha perdi-<br />

do importancia, sino que ha aumentado<br />

su influencia y su peso específico en los<br />

ámbitos económico, político, social y cultural.<br />

Esto es, bajo unas condiciones de<br />

máxima flexibilidad general, la competencia<br />

se convierte en extremadamente dura<br />

y, por tanto, el capital, en su acepción<br />

más amplia, ha de prestar más atención<br />

que nunca a las ventajas del lugar. Dicho<br />

en otras palabras: la disminución de las<br />

barreras espaciales fuerza al capital a aprovechar<br />

al máximo –para competir mejor–<br />

las más mínimas diferenciaciones espaciales.<br />

En este sentido, las pequeñas –o no<br />

tan pequeñas– diferencias que puedan<br />

presentar dos espacios, dos lugares, dos<br />

ciudades, en lo referente a recursos, a infraestructuras,<br />

a mercado laboral, a paisaje,<br />

a patrimonio cultural, etcétera, se convierten<br />

ahora en muy significativas. Precisamente<br />

cuando parecíamos abocados a<br />

todo lo contrario, estamos asistiendo a un<br />

excepcional proceso de revalorización de<br />

los lugares que, a su vez, genera una competencia<br />

entre ellos inédita hasta el momento.<br />

De ahí la necesidad de singularizarse,<br />

de exhibir y resaltar todos aquellos<br />

elementos significativos que diferencian<br />

un lugar respecto a los demás, de salir en<br />

el mapa, en definitiva. ¿Cuál es, si no, el<br />

sentido y el objetivo último de los planes<br />

estratégicos que se están elaborando actualmente<br />

en tantas y tan diversas ciudades?<br />

Con el abierto apoyo en la mayoría<br />

de los casos de los sectores empresariales,<br />

de movimientos sociales varios e incluso<br />

de los sindicatos, los Gobiernos regionales<br />

y locales compiten encarnizadamente a<br />

todos los niveles, incluso a nivel mundial,<br />

por atraer magnos acontecimientos deportivos<br />

(los Juegos Olímpicos, por ejemplo),<br />

inversiones, capitales y equipamientos<br />

tales como grandes centros culturales,<br />

sedes de entidades políticas supraestatales,<br />

institutos de investigación y universidades.<br />

9

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