epoca cismática - Autores Catolicos
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Robles y a Lerroux, y procuró eliminarlos cuando creyó<br />
llegado el momento. Añádase que, pese a lo repentino de<br />
su propio republicanismo, y a que llega a describir a<br />
los republicanos de izquierda como “un manicomio no ya<br />
suelto, sino judicial, porque entre su ceguera y la<br />
carencia de escrúpulos sobre los medios para mandar,<br />
están en la zona mixta de la locura y la delincuencia”,<br />
tenía al nuevo régimen por creación personal suya, no<br />
sin base, y le irritaba la negativa de la CEDA a<br />
proclamarse republicana”. ¡Esto es lo peor, dentro y<br />
fuera del mundo clerical¡<br />
“Abierta la crisis, las elecciones tuvieron lugar el<br />
16 de febrero de 1936. En ellas naufragó el proyecto<br />
centrista del presidente, triunfando el Frente Popular,<br />
coalición de izquierdas mucho más radicalizada e<br />
incontrolable que la del primer bienio. Y triunfó de<br />
modo fundamental gracias a Alcalá-Zamora, que le había<br />
despejado la senda con sus ataques al Partido Radical y<br />
a la CEDA. Si el anterior gobierno de centro había<br />
rehabilitado y admitido en el ejército a los<br />
partidarios de Sanjurjo, ahora los militares implicados<br />
en la insurrección de octubre del 34 no sólo volvían a<br />
sus puestos, sino que lo hacían cubiertos de gloria,<br />
sin que el presidente se opusiera, como se había<br />
opuesto rígidamente a la vuelta de los derechistas”.<br />
“No obstante, los nuevos dueños del poder, con todos<br />
sus motivos de gratitud hacia don Niceto, no pensaban<br />
tolerar un presidente conservador, capaz de usar sus<br />
prerrogativas para ponerles en apuros, o hasta para<br />
echarles del gobierno, como había hecho con la CEDA.<br />
Por ello urdieron, para arrojarlo de la presidencia,<br />
una maniobra comúnmente juzgada como una de las más<br />
extravagantes e ilegítimas de la época”. (Pío Moa: Los<br />
mitos de la guerra civl, c. 1).<br />
Conclusión: los causantes primeros de los males de las<br />
naciones y de las sociedades son siempre los buenos,<br />
aquellos que tienen mayor acceso a las fuentes del<br />
bien. Éstos son los que por principio han de hacer<br />
valer la luz. Los miembros de la Iglesia, esos, que<br />
están en la fuentes divinas de la Justicia, tenemos una<br />
responsabilidad enorme. Que no es cosa de voluntarismo,<br />
pecado alocado, sino de ahondar en la sacralidad de la<br />
persona humana, tan amada de Dios. Ésta es la medida y<br />
la espoleta de todo reformismo y de toda severidad.<br />
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