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epoca cismática - Autores Catolicos

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ÉPOCA CATÓLICA<br />

Lema.-Gabriel muestra a María con la criatura que salva de los pecados (A) en<br />

un reino sin fin (B) y así la recibe Isabel (C).<br />

El Cid en Zaragoza<br />

Seny.-“Zapatero continúa sin decir la verdad ni dentro ni fuera de nuestro país”.<br />

(Carmen Tomás).<br />

El Cid inicia en Zaragoza su vida de conquistador, una<br />

vez desterrado.<br />

“Aunque lúcida y valiente, la tropa del Cid es<br />

pequeña, y el Cid, hombre prudente, deberá seguir, por<br />

lo pronto, el camino que solían emprender en su tiempo<br />

todos los desterrados que se veían obligados a buscarse<br />

la vida. Deberá ir a ofrecer sus servicios a algún<br />

señor poderoso en unión de cuyas tropas su esfuerzo<br />

podrá ser más eficaz”.<br />

“Piensa primero en ofrecerse al conde de Barcelona.<br />

Pero éste no acepta el ofrecimiento del castellano. Así<br />

privó a Cataluña de la gloria de haber tenido a sus<br />

órdenes al Cid Campeador. Entonces, el Cid decidió<br />

ofrecerse al rey moro de Zaragoza, que era aliado y<br />

amigo de su rey, Alfonso VI. Esta amistad y alianza era<br />

importantísima para el reino de León y Castilla, que de<br />

este modo tenía guardado su flanco o frontera del este.<br />

Y pensando en eso, el Cid, que nunca obró como un<br />

aventurero libre y sin patria, sino como un buen<br />

castellano y vasallo del rey Alfonso, se decidió a ir a<br />

Zaragoza”.<br />

“Después de varios días de camino, el Cid,<br />

empinándose en sus estribos pudo descubrir al lejos “la<br />

Ciudad Blanca”, que era el nombre que entonces se daba<br />

a Zaragoza. La llamaban así porque por tener las<br />

murallas de piedra caliza, la blancura de la ciudad se<br />

veía desde muchas leguas de distancia y aun en las<br />

noches de poca luna parece ser que relucía en la<br />

oscuridad. Esto hacía pensar a los buenos cristianos<br />

que era un resplandor milagroso de candor y blancura<br />

que envolvía a Zaragoza por guardar en su interior a la<br />

Virgen del Pilar”.<br />

“A los pocos días, el Cid estaba en Zaragoza y<br />

entablaba relación con el rey moro, que, como todos los<br />

reyes de taifas, vivía en una Corte blanda y lujosa,<br />

rodeado de poetas, cantores y bailarines. El rey le<br />

recogió con muy buena amistad y al poco tiempo el Cid,<br />

con su agudeza y buen sentido, se había apoderado por<br />

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