epoca cismática - Autores Catolicos
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ÉPOCA PAGANA<br />
Lema.-Gabriel muestra a María con la criatura que salva de los pecados (A) en<br />
un reino sin fin (B) y así la recibe Isabel (C).<br />
Catón pide la pena de muerte contrra<br />
los rebeldes los in<br />
Seny.-“La banda criminal no sólo fue advertida de la operación<br />
antiterrorista, sino que además, el propio Gobierno utilizó ese infame aviso<br />
como baza negociadora”. (El caso Faisán en el cual –según dice- la misma<br />
policía avisa a quien tenía que arrestar). El socialismo es muy fecundo en<br />
maldades.<br />
El senado es despertado por Catón de su somnolencia y<br />
embolicamiento diletante. Cicerón temeroso en lugar de<br />
proponer al senado lo que era necesario hacer, les<br />
consultó dejando en su tejado el balón. César abogó por<br />
prisión perpetua en pro de un habeas corpus absoluto y<br />
una pena duradera.<br />
“Dueño soberano del gobierno desde la partida de su<br />
colega, Cicerón se disponía a devolver el poder a las<br />
manos de los “Patres”, que, recelosos de que surgiesen<br />
nuevos movimientos populares, resistían-se a ejercerlo.<br />
(1) Quizá habían-se inclinado a un compromiso o a una<br />
moratoria, si Catón -que en esa hora encarnó la salud<br />
pública- no los hubiera valerosamente disuadido. Se<br />
alzó contra la inconstancia de Silano, sospechosa, de<br />
César, probó que dejar vivir a los conjurados después<br />
de su terrible confesión significaba al mismo tiempo<br />
reforzar el ejército de Catalina en Etruria y encender<br />
en los municipios de Italia, entre los cuales aquella<br />
tropa se extendería, otros focos de guerra civil. Con<br />
bandidos que han meditado el incendio de su patria, con<br />
traidores que han llamado a los galos a la venganza,<br />
con sublevados cuyo jefe avanza hacia Roma a la cabeza<br />
de un ejército, ni perdón ni cuartel. Convictos de<br />
haber preparado contra sus conciudadanos el asesinato,<br />
el incendio, los más siniestros atentados, deben, en<br />
virtud de sus confesiones, como si hubiesen sido<br />
cogidos en flagrante delito gravísimo, ser condenados a<br />
muerte, según el uso de los antiguos. César intentó<br />
replicar. Pero en su auditorio había ahogado Catón el<br />
temor al mañana bajo la magnitud del peligro inmediato,<br />
al que la Asamblea estuvo expuesta por su propio<br />
desfallecimiento; y los Patres, entre aclamaciones,<br />
emitieron el decreto, cuyos términos dictó el propio<br />
Catón”. (Jerome Carcopino: Julio César, c. VII).<br />
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