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54b.qxd 07/04/2006 03:56 p.m. PÆgina 72<br />
PAGINA 72 | GRIPPO EN TANDIL<br />
cartones. El resultado fue algo “z<strong>en</strong>”, según Dipi, qui<strong>en</strong> escribió el prólogo<br />
<strong>en</strong> forma de diálogo. La historia oficial indica que ese diálogo realm<strong>en</strong>te<br />
existió, pero lo que <strong>en</strong> realidad sucedió fue que Dipi, para no<br />
perder tiempo, lo redactó sobre el mostrador de la impr<strong>en</strong>ta, asumi<strong>en</strong>do<br />
también la palabra de su interlocutor, de qui<strong>en</strong> conocía perfectam<strong>en</strong>te<br />
sus posiciones estéticas a partir de las reiteradas charlas que habían<br />
mant<strong>en</strong>ido los últimos meses. Este detalle revela la gran empatía que se<br />
había dado <strong>en</strong>tre estos jóv<strong>en</strong>es, que desarrollaban disciplinas distintas<br />
pero preocupaciones comunes acerca de la naturaleza del arte. De hecho,<br />
muchos años después, Dipi volvería a escribir, esta vez con <strong>formato</strong><br />
de <strong>en</strong>trevista (<strong>en</strong> El Porteño), un testimonio revelador de su obra y,<br />
luego, otro prólogo para la muestra de su amigo, <strong>en</strong> 1991, La comida del<br />
artista.<br />
En la muestra de Nueva Era, Grippo se <strong>en</strong>contró con Witoldo Gombrowicz,<br />
el g<strong>en</strong>ial escritor polaco que quedó varado <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina durante la<br />
Segunda Guerra y que llegó a la ciudad <strong>en</strong> busca de un alivio a su defici<strong>en</strong>cia<br />
respiratoria. Di Paola lo había invitado días atrás con la <strong>en</strong>trega<br />
de un catálogo. Cuando recibió la cartulina color mostaza, el polaco dio<br />
su s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia de la pintura. Decía que era un arte mudo, incompleto, un<br />
arte r<strong>en</strong>go.<br />
El día de la inauguración reforzó esta idea. Ingresó r<strong>en</strong>gueando al salón,<br />
usando a Dipi como “bastón-humano”. Este sostén era dudoso. Dipi no<br />
podía aguantar la risa y am<strong>en</strong>azaba con desplomarse.<br />
Antes de que esto pudiese pasar, Gombrowicz asumió rápidam<strong>en</strong>te su<br />
segundo papel. Ya erguido y sacando a relucir su porte aristocrático,<br />
el autor de Ferdydurke y uno de los revolucionarios de la novela universal<br />
-según Milan Kundera- tomaba, uno a uno, los dibujos y los daba vuelta.<br />
Los ponía patas arriba y así se reía, a su manera, del arte abstracto.<br />
“Muy bu<strong>en</strong>o, Grippo”, le dijo, mirándolo al revés, con mucha at<strong>en</strong>ción.<br />
“Con expresión de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido me decía -recuerda Dipi-: 'qué bu<strong>en</strong>a<br />
composición. Fíjate qué líneas de fuerza, estos vectores'. Me explicó<br />
que ponerlos patas para arriba le permitía ver el cuadro verdadero porque<br />
así el tema no lo distraía y porque veía, de ese modo, el equilibrio<br />
secreto”.<br />
Ésa fue la única vez que se vieron, pero Gombrowicz y Grippo se <strong>en</strong>contrarían<br />
a la vuelta de la vida, no personalm<strong>en</strong>te, pero sí mediante sus<br />
obras. El equilibrio sería uno de los grandes temas que el artista asumiría<br />
<strong>en</strong> su obra, con la Serie de los equilibrios, que comi<strong>en</strong>za <strong>en</strong> 1985.