27.05.2013 Views

Ver archivo en formato pdf - Ramona

Ver archivo en formato pdf - Ramona

Ver archivo en formato pdf - Ramona

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

54b.qxd 07/04/2006 03:56 p.m. PÆgina 77<br />

descifrar la vida íntima del pintor, las emociones rectoras que lo obligaron<br />

a elegir esas formas y no otras, si<strong>en</strong>to un profundo malestar, una<br />

horrible s<strong>en</strong>sación de equivocación y mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido.<br />

Porque cuando bebo un sorbo de vino, cuando detecto con mi cuerpo<br />

la combinación de sus sabores, el placer que experim<strong>en</strong>to, esa emoción<br />

inmediata, es algo que sé, con certeza, que nunca podré traducir <strong>en</strong> un<br />

cuadro. Porque cuando miro y recorro con la mirada cada fragm<strong>en</strong>to de<br />

un cuadro mío y me pregunto qué parte de mi vida, qué emociones por<br />

mí vividas provocaron esos accid<strong>en</strong>tes de colores y líneas que estoy<br />

vi<strong>en</strong>do, no obt<strong>en</strong>go la más mínima respuesta, no puedo reproducir, ni<br />

aun con esfuerzo, la más pequeña sombra de un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to...<br />

Diría <strong>en</strong>tonces, que este mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido del que participamos, esas percepciones<br />

equivocadas de una obra de arte, son el resultado, tal vez, de<br />

esas simulaciones que actuamos los artistas (mi oralidad, por ejemplo).<br />

Conclusión que me lleva, no sin sorpresa, a establecer una clara difer<strong>en</strong>ciación<br />

<strong>en</strong>tre “vida de artista” y la vida de un artista.<br />

Entonces, y para poner punto final, volvi<strong>en</strong>do a las emociones de otros:<br />

la emoción del pescador no dep<strong>en</strong>dería, digo, del tamaño del tiburón<br />

que ha atrapado <strong>en</strong> el otro extremo de la línea, así como la emoción del<br />

alpinista no dep<strong>en</strong>dería de la altura del precipicio sobre el cual p<strong>en</strong>de de<br />

una cuerda, sino que, <strong>en</strong> ambos casos, pert<strong>en</strong>ecería al ord<strong>en</strong> de la prolijidad<br />

de los actos imprevistos pero precisos, con que el pescador t<strong>en</strong>sa<br />

y afloja su línea o con que el alpinista clava sus estacas sobre la roca.<br />

Del mismo modo la emoción del artista, <strong>en</strong>tonces, pert<strong>en</strong>ecería al ord<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> que trata los accid<strong>en</strong>tes de líneas, manchas, formas, colores, palabras,<br />

frases secu<strong>en</strong>cias, sil<strong>en</strong>cios y sonidos: a la prolijidad proverbial<br />

con que acuna esos accid<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>contrados “esas intermit<strong>en</strong>cias luminosas”,<br />

para que no mueran al nacer, para que muestr<strong>en</strong> y desarroll<strong>en</strong><br />

la intelig<strong>en</strong>cia particular, irrepetible de su propia organización, <strong>en</strong> definitiva<br />

para que vivan una vida que, quizá, no t<strong>en</strong>ga más s<strong>en</strong>tido ni explicación<br />

que la nuestra propia.<br />

RENZI Y SAER | PAGINA 77

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!