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las obras de jonathan edwards volumen 1 - Iglesia Reformada

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una dulce revelación <strong>de</strong> la gloriosa majestad y gracia <strong>de</strong> Dios, ya que no sé cómo<br />

expresarlo,----me pareció ver <strong>las</strong> dos en una dulce unión; majestad y<br />

mansedumbre unidas, fue dulce y apacible, y santa majestad y también una<br />

majestuosa mansedumbre, una maravillosa dulzura una alta y gran<strong>de</strong> y santa<br />

nobleza.<br />

Después <strong>de</strong> esto mi entendimiento <strong>de</strong> <strong>las</strong> cosas divinas, creció gradualmente y<br />

vino a ser más real , y a tener más <strong>de</strong> esa dulzura interna. La apariencia <strong>de</strong> todo<br />

lo <strong>de</strong>más fue cambiada. Parecía que había ahí una calma, una dulce mirada o<br />

apariencia <strong>de</strong> la gloria divina, en casi todas <strong>las</strong> cosas. La excelencia <strong>de</strong> Dios, su<br />

sabiduría, su pureza y amor, parecían estar en todo: en el sol, la luna, y <strong>las</strong><br />

estrel<strong>las</strong>; en <strong>las</strong> nubes y en el cielo azul; en el cristal, <strong>las</strong> flores, los árboles; en el<br />

agua y en toda la naturaleza; lo cual me ayudaba gran<strong>de</strong>mente a fijar mi mente.<br />

Frecuentemente me sentaba y veía la luna durante un largo tiempo; y en el día<br />

pasaba mucho tiempo viendo <strong>las</strong> nubes y el cielo, para contemplar el camino <strong>de</strong><br />

gloria <strong>de</strong> Dios en estas cosas, mientras tanto cantando a gran voz, mis<br />

meditaciones <strong>de</strong>l Creador y Re<strong>de</strong>ntor. Y difícilmente cualquier cosa entre todas<br />

<strong>las</strong> <strong>obras</strong> <strong>de</strong> la naturaleza, era tan dulce para mí como el trueno y los relámpagos.<br />

En tiempos pasados, nada había sido tan terrible para mí. Anteriormente, me<br />

ponía extremadamente aterrorizado con los truenos, y era sacudido con terror<br />

cuando veía levantarse una tormenta <strong>de</strong> truenos, pero ahora por el contrario, me<br />

regocijaba. Sentía a Dios, si se me permite <strong>de</strong>cirlo así, a la primera aparición <strong>de</strong><br />

una tormenta <strong>de</strong> truenos. Y acostumbraba tomar la oportunidad en tales<br />

ocasiones, <strong>de</strong> fijar mi ser <strong>de</strong> tal manera <strong>de</strong> ver <strong>las</strong> nubes, y ver los relámpagos<br />

jugar y oír la majestuosa y terrible voz <strong>de</strong> Dios en los truenos, lo que muchas<br />

veces era gran<strong>de</strong>mente entretenido, conduciéndome a una dulce contemplación<br />

<strong>de</strong> mi gran<strong>de</strong> y glorioso Dios. Estando ocupado en esto, siempre me parecía<br />

natural el celebrar y cantar en alta voz mis meditaciones; o, expresar en voz alta<br />

mis pensamientos en un soliloquio, con cánticos.<br />

Sentía entonces, gran satisfacción en cuanto a mi buena condición; pero eso no<br />

me daba contentamiento. Tenía vehementes anhelos en el alma por Dios y Cristo,<br />

y <strong>de</strong>spués por más santidad, en tal situación mi corazón parecía estar lleno, y<br />

listo para quebrantarse; lo cual frecuentemente traía a mi mente <strong>las</strong> palabras <strong>de</strong>l<br />

salmista en el Salmo 119:28 “Se <strong>de</strong>shace mi alma <strong>de</strong> ansiedad susténtame según<br />

tu palabra.” Mi alma se quebranta por el anhelo que tiene. Muy seguido<br />

experimenté en mi corazón un gemido y un lamento, por no haberme vuelto más<br />

pronto a Dios, para haber tenido más tiempo para crecer en la gracia. Mi mente<br />

estaba gran<strong>de</strong>mente <strong>de</strong>terminada en <strong>las</strong> cosas divinas: casi en perpetua<br />

contemplación <strong>de</strong> el<strong>las</strong>. Ocupaba la mayor parte <strong>de</strong> mi tiempo pensando en <strong>las</strong><br />

cosas divinas, año tras año, frecuentemente caminando solo en los bosques, y<br />

lugares solitarios para meditación, soliloquio y oración y para conversar con Dios;<br />

y siempre esta era mi manera en estas ocasiones, para cantar mis meditaciones.<br />

Yo estaba casi constantemente en oración con clamor, en don<strong>de</strong>quiera que iba. La<br />

oración me parecía algo natural, como el aliento por medio <strong>de</strong>l cual el fuego<br />

interno <strong>de</strong> mi corazón salía. Las <strong>de</strong>licias que ahora experimentaba en <strong>las</strong> cosas <strong>de</strong><br />

la religión, salían <strong>de</strong> una manera gran<strong>de</strong>mente diferente <strong>de</strong> aquel<strong>las</strong> que<br />

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