por petición <strong>de</strong> varios ministros y otros que lo oyeron, y presidido por un prólogo <strong>de</strong> los Reverendos Prince y Cooper <strong>de</strong> Boston. Esta fue su primera publicación, y es muy raramente conocida para el lector Americano <strong>de</strong> sus <strong>obras</strong>. El tema era nuevo en aquella época , así como la forma en que el predicador lo presentó y causó una profunda impresión en la audiencia, y en los respetables caballeros que estuvieron especialmente activos en procurar su publicación. “esto fue con no poca dificultad”, dijeron ellos, “que la juventud <strong>de</strong>l autor y su mo<strong>de</strong>stia persuadieran para que se le permitiera aparecer como predicador en la conferencia pública, y <strong>de</strong>spués para darnos una copia <strong>de</strong> su discurso, a petición <strong>de</strong> varios ministros, y otros que lo oyeron. Pero, como rápidamente <strong>de</strong>scubrimos, el era un obrero que no necesitaba ser avergonzado <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus hermanos, nuestra satisfacción fue gran<strong>de</strong>, al verlo lanzarse tras tan noble asunto, y tratarlo con tanta fuerza y claridad, como los hombres juiciosos percibieron en la siguiente composición: un tema que confirmaba a Dios como el gran diseñador, <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l hombre caído, por medio <strong>de</strong>l Señor Jesucristo, la cual es evi<strong>de</strong>ntemente manifestada, en que la gloria <strong>de</strong> todo <strong>de</strong>bería regresar al bendito or<strong>de</strong>nador, comprador y adaptador; un tema, que entra profundamente en la religión práctica; sin la creencia en la cual , ésta pronto moriría en los corazones y <strong>las</strong> vidas <strong>de</strong> todos los hombres.” El siguiente es el testimonio, nacido <strong>de</strong> estos tres excelentes hombres, hacia los talentos y piedad <strong>de</strong>l autor: Nosotros no po<strong>de</strong>mos por esto, sino expresar nuestro gozo y gratitud que el gran Cabeza <strong>de</strong> la iglesia se haya agradado aún para levantar <strong>de</strong> en medio <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> su pueblo, para la provisión <strong>de</strong> sus iglesias, aquellos que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n y mantienen estos principios evangélicos; y que nuestras iglesias, no obstante todas sus <strong>de</strong>generaciones, tiene aún un alto aprecio por los justos principios, y por aquellos que públicamente los confiesan y enseñan. Y como no po<strong>de</strong>mos sino <strong>de</strong>sear y orar <strong>de</strong> que la Universidad <strong>de</strong> la colonia vecina, así como la nuestra sean una madre fructífera <strong>de</strong> muchos hijos como el autor; por tanto nos regocijamos <strong>de</strong> corazón, en el especial favor <strong>de</strong> la Provi<strong>de</strong>ncia, al otorgar un tan rico regalo a la dichosa iglesia <strong>de</strong> Northampton, la que ha , por tantos lustros <strong>de</strong> años, florecido bajo la influencia <strong>de</strong> tan piadosas doctrinas, habiendo sido enseñadas durante el excelente ministerio <strong>de</strong> su finado y venerado pastor, cuyo don y espíritu vivirán para siempre y brillarán en su nieto, hasta el final, y que ellos puedan abundar en todos los amables frutos <strong>de</strong> humildad evangélica y acciones <strong>de</strong> gracias, para la gloria <strong>de</strong> Dios.” El discurso en sí merece estas altas recomendaciones. Este fue el comienzo <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong> esfuerzos, por parte <strong>de</strong>l autor, para manifestar la gloria <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> la manera en que lo hace en la más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> todas sus <strong>obras</strong>, la obra <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l hombre. Efectivamente es extraña la forma en la que una primera publicación es igualmente rica en pensamientos consolidados, o en unas nuevas y elevadas concepciones. 72
La tercera hija <strong>de</strong>l Señor y la Señora Edwards, también una niña, nació el 13 <strong>de</strong> Febrero <strong>de</strong> 1732, y recibió el nombre <strong>de</strong> Ester, por su madre y la Señora Stoddard. 73
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