las obras de jonathan edwards volumen 1 - Iglesia Reformada
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observaba cuidadosamente la primera aparición <strong>de</strong> resentimiento o mala<br />
voluntad en sus niños más pequeños, hacia cualquier persona, y no la<br />
toleraba, como muchos que cuidan niños lo hacen, pero era cuidadosa al<br />
mostrar su disgusto, y lo suprimía hasta lo máximo; aunque no con palabras<br />
<strong>de</strong> enojo o ira, <strong>las</strong> cuales frecuentemente provocan la ira <strong>de</strong> los niños, y<br />
avivan sus pasiones irascibles, más que abatir<strong>las</strong>. Su sistema <strong>de</strong> disciplina<br />
lo comenzó a una edad muy temprana <strong>de</strong> sus niños, y era su regla el resistir<br />
tanto la primera como <strong>las</strong> siguientes exhibiciones <strong>de</strong> mal carácter o<br />
<strong>de</strong>sobediencia en sus niños, aunque pequeños, hasta que eran traídos a la<br />
sumisión a la voluntad <strong>de</strong> sus padres; reflexionando sabiamente que, hasta<br />
que un niño obe<strong>de</strong>zca a sus padres, no podrá ser enseñado a obe<strong>de</strong>cer a<br />
Dios.<br />
Afecto como era el Sr. Edwards a dar la bienvenida a sus amigos o al<br />
extraño, y como su casa era un lugar favorito <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso para Ministros y<br />
otros; era absolutamente necesario en todo tiempo y especialmente en<br />
épocas <strong>de</strong> atención religiosa como la que estaban viviendo, que alguien<br />
buen conocedor <strong>de</strong> cómo realizar los ritos <strong>de</strong> hospitalidad y como<br />
correspon<strong>de</strong>r con todas <strong>las</strong> cortesías y benevolencias <strong>de</strong> la vida, pudiera<br />
librarlo <strong>de</strong> estas atenciones, durante aquel<strong>las</strong> horas que eran consagradas<br />
a sus <strong>de</strong>beres profesionales; y aquí también, el podría muy ventajosamente<br />
aprovechar la ayuda <strong>de</strong> la Señor Edwards. Educada en medio <strong>de</strong> una vida<br />
familiar en don<strong>de</strong> la urbanidad y la cortesía eran practicadas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />
infancia, con <strong>las</strong> reg<strong>las</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>coro y buena crianza, afable y suave en sus<br />
maneras y guiada por los sentimientos <strong>de</strong> liberalidad y benevolencia, era<br />
extraordinaria por su bondad para con sus amigos y visitantes que<br />
frecuentaban al Sr. Edwards , no ahorrándose esfuerzos para hacerlos<br />
sentir bienvenidos y proveer para su conveniencia y comodidad. Ella era<br />
también notablemente amable con los extraños que venían a su casa. Por<br />
su dulzura y maneras que se ganaban la simpatía y por su agradable<br />
conversación, rápidamente se relacionaba con ellos y los hacía sentirse<br />
bienvenidos por ella; y mostraba tal preocupación por su comodidad y <strong>de</strong><br />
manera tan amable les ofrecía aquello que pudieran necesitar que mientras<br />
por sus amigables atenciones <strong>de</strong>scubrían que ella conocía los sentimientos<br />
<strong>de</strong> un extraño, ellos encontraban el camino directo a su corazón y<br />
habiendo ganado su confianza, los hacía sentirse inmediatamente, como si<br />
estuvieran en su propia casa, en medio <strong>de</strong> amigos cercanos y afectuosos.<br />
“Ella hizo su regla el hablar bien <strong>de</strong> todos, tanto como ella pudiera hablar<br />
con verdad y justicia para sí misma y para otros. Ella no solía <strong>de</strong>leitarse en<br />
<strong>las</strong> imperfecciones o errores <strong>de</strong> nadie; y cuando oía a alguna persona<br />
hablando mal <strong>de</strong> otras, ella <strong>de</strong>cía lo que pensaba con la verdad y con<br />
justicia a favor <strong>de</strong> esa persona, o <strong>de</strong>sviaba la maledicencia, mencionando<br />
aquel<strong>las</strong> cosas que eran loables en el<strong>las</strong>. A ese grado era ella compasiva<br />
<strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> cada uno, aún <strong>de</strong> aquellos que la ofendían y hablaban mal<br />
<strong>de</strong> ella, y cuidadosamente se guardaba contra el muy común vicio <strong>de</strong> la<br />
maledicencia y murmuración. Ella podía soportar injurias y vituperios con<br />
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