las obras de jonathan edwards volumen 1 - Iglesia Reformada
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amigos <strong>de</strong> la piedad vital en Northampton lo consi<strong>de</strong>raban probablemente<br />
como llevar la más infeliz carga en el interés <strong>de</strong> la religión en ese lugar.<br />
Pero, contrario a sus temores, fue po<strong>de</strong>rosamente <strong>de</strong>negada su promoción.<br />
El Señor Edwards, conociendo bien que los puntos en cuestión, serían una<br />
inmediata carga sobre el gran tema <strong>de</strong> la salvación, y que la humanidad<br />
nunca podría ser tan po<strong>de</strong>rosamente afectada por ningún asunto, como<br />
cuando su atención hacia ella había sido fuertemente motivada; <strong>de</strong>terminó,<br />
en oposición a los temores y consejos <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> sus amigos, explicar<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el púlpito, sus puntos <strong>de</strong> vista a su congregación. Por consiguiente,<br />
el predicó una serie <strong>de</strong> sermones, sobre los varios puntos relacionados con<br />
el tema en controversia, y entre otros, sus bien conocidos “Disertaciones<br />
sobre la gran doctrina <strong>de</strong> la Justificación solo por la Fe .” Por esto, el fue<br />
sinceramente censurado por una multitud en ese mismo instante, así como<br />
ridiculizado por muchos por doquier. El evento, sin embargo, probó que el<br />
había juzgado sabiamente. En sus disertaciones, el explicaba <strong>las</strong><br />
condiciones escriturales <strong>de</strong> la salvación, y exponía los errores que por<br />
entonces prevalecían en cuanto a ellos, con tanta fuerza <strong>de</strong> argumento y <strong>de</strong><br />
una manera tan solemne y práctica, que fue atentamente escuchado y la<br />
gente a su cargo recibió una memorable bendición <strong>de</strong>l cielo. Muchos, que<br />
habían consentido estos errores, fueron convencidos <strong>de</strong> que ellos podían<br />
ser justificados, únicamente por la justicia <strong>de</strong> Cristo; mientras que otros,<br />
que no pensaban así, experimentaron que ellos <strong>de</strong>bían ser renovados por el<br />
Espíritu Santo; y <strong>las</strong> mentes <strong>de</strong> ambos fueron conducidas a inquirir<br />
seriamente a fin <strong>de</strong> que ellos pudieran ser aceptados por Dios. Al final <strong>de</strong><br />
Diciembre, cinco o seis individuos fueron repentina y excepcionalmente<br />
convertidos, uno <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l otro, y algunos <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong> una asombrosa<br />
manera, como para <strong>de</strong>spertar a muy gran<strong>de</strong>s multitu<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> todas eda<strong>de</strong>s<br />
y condiciones.<br />
El año <strong>de</strong> 1735 inició en Northampton <strong>de</strong> la más favorable manera. Un<br />
profundo y serio interés en <strong>las</strong> gran<strong>de</strong>s verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la religión, se había<br />
hecho general en todos los lugares <strong>de</strong>l pueblo, y en medio <strong>de</strong> toda c<strong>las</strong>e <strong>de</strong><br />
gente. Este fue el único tema <strong>de</strong> conversación en todos los grupos, y casi el<br />
único asunto que le interesaba a la gente y éste era, asegurar su salvación.<br />
Tan extensa fue la influencia <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios, que sería raro, encontrar<br />
un individuo en el pueblo, ya fuera viejo o joven, que hubiera permanecido<br />
indiferente en cuanto a <strong>las</strong> gran<strong>de</strong>s cosas <strong>de</strong>l mundo eternal. Esto era<br />
verdad aún entre los aficionados a los placeres, a los más licenciosos, y a<br />
los más hostiles a la religión. Y en medio <strong>de</strong> esta atención general, la obra<br />
<strong>de</strong> la conversión continuó en la manera más sorpren<strong>de</strong>nte. Cada día se<br />
atestiguaban sus triunfos; y tan gran<strong>de</strong>s eran los cambios en la apariencia<br />
<strong>de</strong>l pueblo, que en la primavera y el verano siguiente, parecía como si<br />
estuviera lleno <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Dios. Con dificultad se encontraría<br />
alguna casa que no tuviera <strong>las</strong> señales <strong>de</strong> su presencia, y apenas una<br />
familia que no manifestara los dones <strong>de</strong> su gracia. “El pueblo”, <strong>de</strong>cía el<br />
Señor Edwards, “no estuvo antes tan lleno <strong>de</strong> amor, ni tan lleno <strong>de</strong> gozo, ni<br />
aún tan lleno <strong>de</strong> angustia, como estaba entonces.” Siempre que se<br />
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