14.06.2013 Views

Joseph Conrad - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

Joseph Conrad - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

Joseph Conrad - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

tarios han precisado casi seis horas para ser pronunciados;<br />

mientras que toda la parte <strong>de</strong>l libro<br />

que constituye la narración <strong>de</strong> Marlow se pue<strong>de</strong><br />

leer en voz alta <strong>de</strong> punta a cabo en, diría yo, menos<br />

<strong>de</strong> tres horas. A<strong>de</strong>más, aunque he excluido<br />

<strong>de</strong> la novela todos los <strong>de</strong>talles irrelevantes <strong>de</strong> ese<br />

tipo, po<strong>de</strong>mos presumir que <strong>de</strong>bieron consumirse<br />

algunos refrescos esa noche: un vaso <strong>de</strong> agua<br />

mineral, o algo por el estilo, que le facilitara la<br />

tarea al narrador. Pero, ahora hablando en serio,<br />

la verdad <strong>de</strong>l caso es que mi primera i<strong>de</strong>a fiíe la<br />

<strong>de</strong> escribir una narración breve, centrada únicamente<br />

en el episodio <strong>de</strong>l barco <strong>de</strong> los peregrinos,<br />

y nada más. Y se trataba <strong>de</strong> un planteamiento<br />

perfectamente legítimo. Tras escribir unas pocas<br />

páginas, sin embargo, me sentí <strong>de</strong>scontento por<br />

<strong>Joseph</strong> <strong>Conrad</strong><br />

alguna razón y las <strong>de</strong>jé a un lado. No volví a<br />

sacarías <strong>de</strong>l cajón hasta que el malogrado señor<br />

William Blackwood me sugirió que volviera a<br />

entregaríe algo para su revista. Sólo entonces<br />

fue cuando me di cuenta <strong>de</strong> que el episodio <strong>de</strong>l<br />

barco <strong>de</strong> peregrínos era un buen punto <strong>de</strong> partida<br />

para una narración libre y móvil; <strong>de</strong> que se<br />

trataba, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong> un suceso que se prestaba<br />

bien a dar el tono <strong>de</strong>l «sentimiento <strong>de</strong> la vida»<br />

<strong>de</strong> un personaje sencillo y sensible. Pero todos<br />

aquellos estados <strong>de</strong> ánimo y agitaciones espirituales<br />

preliminares resultaron bastante oscuros<br />

en su momento, y no aparecen más claros ante<br />

mí ahora, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantos años como han pasado.<br />

Las escasas páginas que había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong><br />

lado no carecían <strong>de</strong> peso en cuanto a la elección<br />

<strong>de</strong>l tema, pero volví a escribirlas todas <strong>de</strong>liberadamente.<br />

Cuando me senté para hacerlo sabía<br />

que iba a ser un libro largo, aunque no acerté a<br />

prever que iba a exten<strong>de</strong>rse a lo largo <strong>de</strong> trece<br />

números <strong>de</strong> la revista en que aparecieron. A veces<br />

me han preguntado si no era éste el libro mío<br />

que más me gustaba. Soy enemigo <strong>de</strong>clarado <strong>de</strong><br />

los actos <strong>de</strong> favoritismo en público, en privado e<br />

incluso en la <strong>de</strong>ücada relación que mantiene el<br />

autor con sus obras, y por principio me lúego a<br />

tener favoritos; pero no llego hasta el punto <strong>de</strong><br />

sentirme agraviado o enojado por la preferencia<br />

que algunos otorgan a mi Lord Jim. No voy a<br />

<strong>de</strong>cir siquiera que «No acierto a compren<strong>de</strong>r...».<br />

¡No! Pero en una ocasión tuve la oportunidad<br />

<strong>de</strong> sentirme confuso y sorprendido. Un amigo<br />

mío que volvía <strong>de</strong> Italia había hablado allí con<br />

una dama a la que no le gustaba el libro. Para<br />

mí eso era lamentable, por supuesto, pero lo que<br />

me sorprendió fue la razón en que se fundaba<br />

aquel rechazo. «¿Sabe usted? -dijo la señora-,<br />

es todo tan morboso.» Aquel pronunciamiento<br />

me dio pie para estar una hora entera sumido en<br />

ansiosos pensamientos. Finalmente, llegué a la<br />

conclusión <strong>de</strong> que, haciendo todas las salveda<strong>de</strong>s<br />

necesarias <strong>de</strong>bido a que el propio tema está<br />

bastante alejado <strong>de</strong> la sensibilidad normal <strong>de</strong> las<br />

mujeres, aquella dama no podía haber sido italiana.<br />

Y me pregunto si era europea siquiera. En<br />

cualquier caso, un temperamento latino no podía<br />

haber <strong>de</strong>tectado nada <strong>de</strong> morboso en la aguda<br />

conciencia <strong>de</strong>l honor perdido. Una conciencia<br />

<strong>de</strong> ese tipo pue<strong>de</strong> ser equivocada, o acertada,<br />

o se la pue<strong>de</strong> con<strong>de</strong>nar por artificial, y, tal vez,<br />

mi Jim no sea un arquetipo <strong>de</strong> los más comunes.<br />

Pero, sin posibilidad <strong>de</strong> error, les puedo asegurar<br />

a mis lectores que no se trata <strong>de</strong>l producto <strong>de</strong> un<br />

pensamiento frío y pervertido. No es tampoco<br />

una figura proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> las nieblas <strong>de</strong>l Norte.<br />

Una mañana soleada, en el ambiente vulgar <strong>de</strong><br />

una rada oriental, lo vi pasar: conmovedor, relevante,<br />

envuelto entre sombras y absolutamente<br />

silencioso. Como <strong>de</strong>be ser. Me correspondía a<br />

mí, con toda la comprensión y afecto <strong>de</strong> los que<br />

fuese capaz, buscar las palabras apropiadas para<br />

lo que él representaba. Era «uno <strong>de</strong> los nuestros».<br />

10<br />

DE MÉXICO<br />

(Del prólogo a Lord Jim, 1917)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!